Las ermitas del Caminás (Manuel Gómez)

El Camino Caminàs (lugar donde se asientan la mayor parte de las ermitas de Castellón), es un viejo camino prerromano que atraviesa toda la comarca de la Plana de norte a sur en trayecto paralelo al mar, marcando dos niveles geológicos. El nivel inferior, entre éste camino y el mar, originariamente pantanoso y cubierto de frondosa vegetación, fue transformado parcialmente en huerta por los romanos y los árabes. El nivel superior, hasta la línea de contacto con el secano, se convertiría en la vieja huerta de Castellón. Desde los primeros momentos, aquel singular camino, centró los primitivos núcleos de población.

A lo largo del Caminàs y en su intersección con los caminos que bajan al mar, se emplazaban las antiguas alquerías árabes, considerando como tales los pequeños núcleos de población que reunían a los miembros de una misma familia, tribu o clan.

Sant Jaume de Fadrell era la más importante de todas. L’alqueria de Benirabe, situada a un nivel ligeramente superior, fue escogida en 1251 para fundar Castellón. El castillo de la Magdalena, por su parte, ofrecía protección y refugio a los habitantes de las alquerías, al tiempo que tenía a su cargo la recaudación de tributos y la vigilancia de las vías de comunicación.

A éste antiguo camino, los nuevos pobladores, después de la conquista de 1233, le dieron éste sonoro nombre: El Caminàs, El Camino Ancho, El Camino Grande.

En lugares más o menos próximos a las antiguas alquerías, se construirán en el transcurso de nuestra historia las ermitas del Caminás.

Las ermitas en época medieval.

Basílica de Lledó:

La existencia de la iglesia de Santa María del Lledó, donde se venera la imagen de la Patrona de la Ciudad, nos viene documentada desde 1375 cuando Berenguer Vicent, en nombre y representación de Pietro Corsini, cardenal rector de Santa María de Castelló, autoriza al Vicario Mayor para que puedan celebrarse diariamente Misa y Oficios Divinos en Lledó.

Durante la Edad Media, el Santuario será centro de peregrinaciones llegadas desde las comarcas de La Plana y el Alcalatén y aún de otros lugares extraños, como citan textualmente los documentos de los archivos. Vila-real y Almassora peregrinan al Lledó desde 1394.

La Magdalena:

En 1252 se funda la nueva ciudad de Castellón. A partir de aquel momento el Castillo de la Magdalena, conocido en la documentación medieval como el Castell Vell, dadas las condiciones de precariedad y abandono en que quedó sumido, inicia el despoblamiento y comienza a arruinarse. Tan sólo quedaría en pie su antigua capilla, dedicada ya posiblemente a Santa María Magdalena, donde llegarían las procesiones de penitencia y rogativas desde la población.

La primera referencia documental a una procesión de penitencia que llega hasta la ermita del Castell Vell es de 1375. La Ciudad se encontraba afectada por una epidemia de peste negra. Es la única noticia, localizada en los archivos, sobre esta antigua y primera ermita de la Magdalena. De ella nada se ha conservado, ni tan solo el recuerdo del lugar de su ubicación.

Años más tarde, en 1451 un fraile del Monasterio de Santes Creus, conocido popularmente por los castellonenses como el frare barbut y de nombre real Antoni, inicia la construcción de la actual ermita de la Magdalena, en un lugar distinto de la anterior y aprovechando una antigua cisterna de grandes proporciones excavada en la roca. Estructurada en dos naves paralelas, separadas por arcos muy rudimentarios y cubierta con bóveda de cañón, el religioso dedicó sendos altares, tanto a la Magdalena como a San Bernardo de Claraval, el fundador de su orden monástica. El justicia, jurados y prohombres de Castellón, solicitan al Arzobispo de Tarragona que otorgue indulgencias a cuantos contribuyan en la construcción del nuevo ermitorio.

 San Jaime de Fadrell:

La primera noticia sobre el lugar de Fadrell es de 1178 cuando el Rey Alfonso II de Aragón concede el Castrum et Villam de Khadrell al Obispo de Tortosa Ponç de Munelles, por la consagración de aquella catedral.

La vieja alquería de Fadrell, que ya habían habitado posiblemente los romanos y los árabes, era la mayor de las localizadas junto al Caminàs. Después de la conquista del Castell de la Magdalena en 1233, el Rey Jaime I la entrega a la Orden de Calatrava y posteriormente a la de Santiago de Uclés, que readapta el edificio, construyendo una ermita dedicada a su patrón San Jaime y un cementerio aún subsistente.


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