El siglo XVIII es considerado como una época de clara expansión demográfica y económica en tierras levantinas. Denia se sumará más tarde y con más dificultades a esta tendencia positiva por las consecuencias económicas y demográficas derivadas del conflicto sucesorio.
En agricultura, esta etapa de expansión se expresó como un notable crecimiento de la producción agrícola. Este aumento de la producción vino dado, no por mejoras técnicas (el instrumental utilizado en las labores agrícolas a penas había cambiado desde el medievo), sino por un incremento de las tierras cultivables. En Denia, esta extensión de tierra se realizó, sobre todo, con la roturación de tierras en terrazas en las laderas montañosas y en la desecación de pequeñas lagunas y pantanos.
En cuanto a los cultivos, cabe señalar que se intensificaron aquellos cuya rentabilidad estaba asegurada y su comercialización era sencilla. Esto se traduce en el Marquesado de Denia en un incremento de la producción de pasas, que venía siendo uno de los cultivos más rentables desde la Edad Media; y en el despegue y consolidación del viñedo, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII. También se observa un alza en el cultivo del trigo, aunque sin un crecimiento excesivo. El almendro también siguió cultivándose de forma profusa y ocupó un lugar destacado en la economía agrícola dianense. En menor medida, algarrobos y olivos también tuvieron su importancia durante el siglo XVIII a pesar del escaso cuidado que se les procuraba.
El esparto y la barrilla merecen unas palabras aparte. Ambas venían cultivándose desde antes de esta centuria, pero será ahora cuando adquieran un papel principal en el cultivo agrícola por los buenos beneficios que reportaban como plantas de las que se sacaba la materia prima para ciertas industrias. Para el caso del esparto su recolección y uso en la elaboración de diversos objetos constituía una alternativa económica y laboral para amplios sectores de la población en épocas en las que el trabajo agrícola era más escaso. Refiriéndonos ahora a la barrilla, hemos de decir que constituyó hasta fin de siglo la materia prima principal para la elaboración del carbonato sódico. Esta planta se cultivaba en zonas poco aptas para otro tipo de cultivos, por lo que suponían una alternativa atractiva para aquellos labradores con tierras escasamente fértiles sin apenas productividad.
Por último, también fue importante la replantación de moreras, que tras el fin de la Guerra de Sucesión se intensifica y acelera. El cultivo de este árbol se debe a que servían como alimento principal a los gusanos de los que se extraía la seda que era utilizada como materia prima para una importante industria sedera dianense.
En definitiva, vemos como, tras un inicio de siglo difícil por la represión en Denia que siguió al conflicto sucesorio, ésta se recupera y entra en la dinámica positiva del resto de la zona. En materia agrícola esta mejoría se materializó en un aumento de la tierra cultivable y en una intensificación de los cultivos más rentables.
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