Nunca Denia se había manifestado en favor de pertenecer a un señor más que a su Rey, y con gusto había visto que Alfonso V dispusiera por algún tiempo de ella como señor. Denia consideraba el privilegio de agregación perpetua a la corona como el baluarte de sus libertades, y apoyada en él, acechaba desde 1425 la ocasión oportuna de hacerle valer. No pudo en 1431 resistir la donación hecha al conde de Castro, pero al morir éste quiso probar de tal dependencia, viendo su castillo guardado por Valencia.
Sin haber hecho testamento murió el conde don Diego siendo sus hijos quienes se dividieron y repartieron los bienes, siendo don Fernando de Rojas quien se hizo cargo de los condados de Castro y Denia.
Apenas se habían arreglado estos tratos en Denia cuando supieron que esta villa, en febrero de 1455, había mandado uno de sus jurados al Rey, que estaba en Nápoles, para hacer valer la pretensión de que dicha villa y lugares de su condado pertenecían y se debían aplicar a la corona real.
Alfonso V mandó al conde de Cocentaina, gerente del general gobernador de Valencia (portant veus de general gobernador), y que en virtud de su real provisión como a lugarteniente general por el rey don Alfonso V, se apoderase de grado o por fuerza del castillo y villa de Denia, y su condado y lo entregase a mosen Guillen de Vich, procurador de don Fernando de Rojas, que en su nombre y el de su hermano don Diego de Sandoval gestionaba este negocio.
Visto que nada podía conseguir esta villa de lugarteniente general, hizo la misma protesta y requerimiento al conde de Cocentaina y ante el real Consejo de Valencia, pero todo en vano. El conde de Cocentaina envió a Denia su teniente mosen Jaime Romeu, para que diese la dicha posesión, y ejecutando la real provisión, entregase dicha villa y castillo al procurador de los hijos del conde de Castro.
El lugarteniente gobernador no parecía animado a desistir de su empresa, ni los de Denia a ceder, a pesar de las vejaciones de que eran objeto. Viendo la gran destrucción y daño irreparable que se ocasionaba a Denia, acudió la ciudad de Valencia a procurar el remedio a tantos males. Despachó, pues, dos jurados y su abogado que, viniendo aquí, viesen de dar forma en que se calmase este litigio por vía de la fuerza y acudiesen a los tribunales. Aún así, continuación los mismos daños y vejaciones, con la entrada de Valencia nada cambió.
Con la muerte de Alfonso de Aragón, mueren las pretensiones en Denia, cuyo pleito aun no se había terminado. Por que, sucediéndole el infante don Juan, el rey de Navarra, dio enseguida órdenes para que, a pesar del proceso, fuera entregado este condado a don Fernando y a don Diego, los hijos del conde de Castro.
Murió don Diego de Sandoval, y quedó entonces único conde de Denia don Fernando de Rojas, el cual fue conde de Castro y adelantado de Castilla, y casó con doña Juana Manrique. Nació de este matrimonio don Diego Gómez de Rojas y de Sandoval, a quien su padre hizo donación del condado de Denia el 15 de marzo de 1475.
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