El 1 de noviembre de 1700 la corona española queda vacante tras la muerte de Carlos II sin descendencia. El enfrentamiento entre los partidarios de Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Austria desembocó en una guerra por el trono español en la que se mezclaban la lucha de las principales potencias europeas y los problemas internos de los diferentes reinos de España.
Denia tuvo un papel protagonista en este conflicto por varias razones. En primer lugar fue en esta ciudad donde el archiduque Carlos de Austria se proclamó rey con el nombre de Carlos III el 18 de agosto de 1705, siendo la primera localidad importante en reconocerlo como tal. En segundo lugar, la ciudad de la Marina Alta actuará como foco desde el cual se buscarán apoyos para la causa austracista en toda la región. En esta labor destacará Basset, que cautivó a las clases populares con la promesa de la abolición de los tributos nobiliarios. Por último, cabe citar aquí que Denia fue la penúltima ciudad del Reino de Valencia en rendirse a las tropas del pretendiente francés.
El papel protagonista de la ciudad de Denia en la contienda la convertirá en un objetivo principal para los ejércitos del futuro Felipe V, por lo que habrán consecuencias negativas a nivel poblacional derivadas sobre todo del acoso a la ciudad, que fue sitiada en tres ocasiones, y su posterior destrucción tras la derrota de la causa austracista.
El 9 de septiembre de 1705 tuvo lugar el primer asedio a la ciudad dianense. Durante el bloqueo, que se prolongó hasta principios de 1706, las tropas atacantes incendiaron varias casas del arrabal y la mayoría de huertos y casas de campo de los alrededores. El bloqueo de la ciudad provocó una escasez de víveres sólo paliada parcialmente por los recursos que llegaban a través del puerto desde Barcelona. Cuando la falta de alimentos y la extensión de la enfermedad comenzaban a hacer mella en la población, las tropas que sitiaban Denia hubieron de concluir su labor cuando se les llamó para desempeñar su labor en los lugares donde los enfrentamientos arreciaban.
Durante 1706 y 1707 estuvo la población en paz a pesar de ser una de las plazas fuertes de los partidarios del archiduque. Aún así, los efectos negativos del primer asedio aún se dejaban sentir en la población en forma de hambrunas y falta generalizada de productos de primera necesidad.
En 1707 en el reino de Valencia ya sólo resistían Denia, Alicante y Alcoy. El 27 de junio de ese mismo año el general D’Asfeld sitiaba por segunda vez la ciudad. En este segundo sitio la ciudad sufrió muchísimo por lo numeroso del ejército borbónico (unos 12.000 hombres). A las consecuencias normales del asedio (falta de alimentos, enfermedad, etc.) se une la destrucción de muchas de las casas y campos de la villa y la muerte en combate de muchos de los encargados de la defensa de Denia. La población dianense comenzaba así a reducirse drásticamente como consecuencia del acoso borbónico a pesar de la llegada de puntuales refuerzos por el puerto.
En noviembre de 1708 la ciudad sufriría una nuevo asalto aún más grande y violento que el anterior. Ante la escasa resistencia que Denia podía ofrecer ya, la mayoría de la población optó por embarcarse hacia las Islas Baleares. El 17 de noviembre la ciudad se rindió a las tropas enemigas. La represión que los ejércitos borbónicos ejercieron en la ciudad supuso la práctica destrucción del municipio, la matanza o captura de los civiles y militares que restaban en la ciudad y el éxodo del resto de la población superviviente a las Islas Baleares.
Denia quedó así prácticamente despoblada tras la guerra. El crecimiento demográfico que la ciudad había experimentado a lo largo del S. XVII se vio truncado cuando en una de las ciudades más pobladas del Reino de Valencia (se calculan unos 10.000 habitantes al inicio de la guerra) quedó reducida a 36 vecinos que pasó a 144 seis meses después del fin de la contienda. Esta despoblación vino dada por la represión post-bélica y la escasa capacidad de recuperación de la villa tras los desastres materiales de la guerra (quema de cosechas, destrucción de infraestructuras, etc).
Denia inició así el período borbónico como una ciudad destruida y despoblada que no resurgiría hasta varios años después del fin del conflicto sucesorio. Durante el primer tercio del siglo XVIII la población se vio muy mermada, pero a lo largo de la centuria, coincidiendo con una época de expansión económica, el marquesado conoció un espectacular crecimiento demográfica, contando en el censo de Floridablanca de 1787 con una población total de 24.000 personas. Así es como Denia afrontó en el aspecto demográfico el fin de la Edad Moderna.
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