Como I Conde pero tercer señor de Elda y Virrey de Cerdeña encontramos a Juan Coloma (1539-1577-1586), al servicio de Carlos I y Felipe II que destacó notablemente en el dominio de las armas y las letras durante el siglo de oro español. Por los méritos acumulados le fue concedida en 1561 la alcaidía del castillo de Alicante, título que conservaron los condes hasta 1639. Todos estos privilegios permitieron a Juan Coloma la ascensión a la alta nobleza, por lo que fue éste el momento de culminación del proceso de ennoblecimiento iniciado por la familia a fines del siglo XV. El título de conde le fue concedidó mediante privilegio por Felipe II a su regreso de Cerdeña por la buena gestión que había llevado a cabo del reino italiano. A él se le atribuye la transformación del castillo de Elda en palacio lujoso, residencia de los condes durante todo el siglo XVI, y la fundación del Convento de franciscanos de Elda, Nuestra Señora de los Ángeles, todas ellas obras llevadas a cabo para la ostentación de su poder.
Este singular personaje de la casa condal de Elda se casó en terceras nupcias con la dama portuguesa Isabel de Saa, matrimonio del que fueron fruto catorce hijos. El heredero fue Antonio de Coloma, segundo varón ya que el primogénito, su hermano Juan, murió antes que su padre. El resto de segundones se dedicarían, en el caso de los hombres bien a la carrera militar (Carlos Coloma), o bien a ocupar altos cargos de la jerarquía eclesiástica. Mientras que las mujeres se casarían con miembros de otras casas nobiliarias o a la vida religiosa.
Antonio Coloma (1586-1619), heredero y sucesor de Juan Coloma, se formó como sus predecesores en las armas y la diplomática, culminando su carrera en la ostentación del título de Virrey de Cerdeña desde 1594 a 1604. A su regreso desde tierras italianas a España, fue llamado por el rey a Madrid para tomar el mando de las galeras de la escuadra de Portugal lo que le permitió intervenir en el traslado de los moriscos del Reino de Valencia al norte de África tras el decreto de expulsión de 1609. Tras la expulsión de estos, Antonio Coloma, mediante las Cartas de Población de 1611 tuvo que proyectar y aplicar la repoblación posterior, lo que dio un impulso a su política e inició una nueva etapa en el devenir del condado.
Hasta el siglo XIX que fue abolido el señorío, los territorios de Elda y Petrer pertenecieron a la familia Coloma. Tan sólo en algunos episodios puntuales en que no pudo ser heredado por el primogénito varón, siendo titular una mujer, se entroncó con otras familias nobiliarias anteponiéndose al título de Elda el heredado por línea paterna. Así ocurrió por ejemplo en 1729 con Gonzalo Joseph Arias Dávila Coloma, que heredó los derechos por vía femenina usando el título de conde de Puñoenrostro.
De esta manera el poder señorial estuvo en manos de la familia Coloma durante toda la Edad Moderna salvo el periodo comprendido entre 1706 y 1725 en que durante la guerra de Sucesión, quien sería Conde de Elda, Francisco Coloma Pujades y Borja (1694-1712), apoyó la causa austracista y la corona confiscó y administró todos sus bienes hasta el año 1725 en que, tras el Tratado de Viena, lo recuperaron de nuevo.[1]
[1] BELANDO CARBONELL, Remedios. El condado de Elda, siglos XVII-XVIII. De la expulsión de los moriscos a la desaparición del señorío (I). En: Historia de Elda. Elda: Ayuntamiento de Elda, Caja de Ahorros del Mediterráneo. Tomo I, 2006, pp 199-216. ISBN: 84-87962-21-1