Una de las principales producciones agrícolas en Monforte durante la Edad Moderna era la vid. La vid es un cultivo que se destinaba para varios usos: uva de mesa, uva pasa y vino. Durante esta época nos encontramos en Monforte con una importante producción de vino, un vino considerado por sus contemporáneos como de calidad.
El vino era destinado tanto para el autoconsumo de los monfortinos como para su venta a través del comercio, un comercio que tenía sobre todo un carácter comarcal y cuya importancia fue en aumento, tanto que entre el año 1742 y 1799 nos encontramos con un crecimiento del 121% de la vid cultivada. En cuanto a cómo se realizaba este comercio, siempre era transportado envasado en cántaros con carros hasta las localidades cercanas, en cuyos mercados se vendería, o bien a particulares o instituciones que ya habían pactado previamente la compra con el productor local de vino.
Sin embargo, el comercio de vino no siempre fue un camino de rosas para los monfortinos. A comienzos del S. XVIII nos encontramos con un privilegio de Felipe V en el que se prohíbe introducir vino forastero en todo el término de Alicante, y por lo tanto en Monforte (ya que por aquel entonces todavía era Universidad de la ciudad de Alicante). Esto podría parecer en un principio una orden beneficiosa para los productores de vino monfortino, pero sin embargo ante esta media, la clase dirigente de la ciudad de Alicante, para velar por sus propios intereses, prohibirán a los vecinos de Monforte introducir sus vinos en la ciudad de Alicante, asegurándose así que serían los vinos de sus propias tierras los que tendrían la exclusividad en la ciudad de Alicante.
Ante esta situación, las autoridades monfortinas intentaron revocar dicha sentencia enviando al presbítero Mosén Antonio Benito ante el consistorio alicantino para defender los derechos de los comerciantes monfortinos y restablecer la entrada de vino monfortino en Alicante, pero no lo consiguieron. Sin embargo, sí que lo conseguirían a través de la intervención del obispo de Orihuela, Salvador Rodríguez de Castelblanco. Así, en torno a 1730 el comercio del vino con la ciudad de Alicante ya está restablecido.