Ubicada en el sur de la actual provincia de Castellón, Segorbe ha sido gracias a su situación geográfica un punto de encuentro de varias regiones políticas y culturales desde sus inicios, lo que ha marcado de manera sustancial su desarrollo histórico.
Al trazar una historia política del municipio y su región inmediata en la Edad Moderna no podemos hacer una historia diplomática y militar al uso, dado que desde la conquista de Jaime I en 1238, Segorbe formará parte de la Corona de Aragón y -una vez creado- del Reino de Valencia, englobándose más adelante en la Corona Hispánica tras el matrimonio de los Reyes Católicos. Tampoco podemos hacer una historia estructural de la política, dado que este aspecto se confunde con la historia de la administración, de la que se encarga extensamente mi compañero Pablo Cepeda. Por ese motivo, en este apartado vamos a desarrollar una historia política que abarca las consecuencias que la política central (desde Valencia, desde la Monarquía aragonesa o la española) ha tenido sobre el señorío de Segorbe y su región, así como a las relaciones políticas de este señorío con el exterior. Como es natural, esto nos lleva a la historia del status jurídico de Segorbe y a la historia de las casas nobiliarias que gobernaron su jurisdicción, pero también a la Guerra de Espadán (1526), auténtica cruzada en esta parcela del reino de Valencia; así como a la vertiente política de la expulsión de los moriscos en estas tierras.
A modo de introducción cabe proporcionar algunos datos para situar al lector en la evolución cronológica de Segorbe. Conquistada por Jaime I en 1238, como ha quedado dicho, Segorbe fue declarada señorío de realengo en poder de la casa real de Aragón-Barcelona, con prolongación en la Casa de Luna entre 1279 y 1410. En 1436, Alfonso V el Magnánimo concedió a su hermano el infante Don Enrique, el castillo y la ciudad de Segorbe, junto con las baronías y lugares de la Vall d’Uixó, Sierra de Eslida, Paterna, Benaguasil y la Pobla de Vallbona; y con ellos la jurisdicción civil y militar, mero y mixto imperio. Al fallecer dicho infante, la esposa de Alfonso V reincorporó para la Corona en 1445 las citadas poblaciones, pero al morir el monarca (1458) y sucederle su hermano Juan II, éste la cedió en compensación a su sobrino Enrique de Aragón y Pimentel, despertando una viva oposición entre la población, que cristalizará en una insurrección popular. El estado de Segorbe fue elevado a ducado en 1475 por privilegio de Fernando el Católico, recayendo el título de primer duque en la persona del propio Enrique de Aragón y Pimentel, también conocido como ‘El infante Fortuna’. En 1516 se produjo la unión de las casas de Segorbe y Cardona en virtud del enlace matrimonial de sus respectivos herederos; un episodio clave en la tendencia de las distintas casas a emparentarse para acrecentar su patrimonio conjunto y, por tanto, su peso político y económico dentro de la monarquía.
Al morir en 1575 sin sucesión masculina Don Francisco Ramón Folch de Cardona, duque de Segorbe, la propia población de Segorbe presentó un pleito de incorporación a la Corona. Sin embargo, el rechazó de la Corona a semejante petición daría lugar al matrimonio entre Doña Juana de Folch de Cardona con Don Diego Fernández de Córdoba, de la Casa Medinaceli, en 1578, quedando desde entonces el ducado de Segorbe en manos de dicha casa hasta las revoluciones liberales y la consiguiente desamortización.
La historia política de Segorbe en la Edad Moderna, por tanto, está presidida por la casa de Medinaceli, de origen castellano, en una muestra del proceso de sincretismo de las casas aragonesas y castellanas, con tendencia al predominio de estas últimas.