Introducción

Heredera de un rico legado histórico que explica su condición de sede episcopal, la población de Segorbe alcanza su mayor esplendor y renombre dentro del antiguo reino de Valencia en tiempos del rey Martín el Humano.

Pese a haber demostrado en innumerables ocasiones una decidida vocación realenga, Segorbe fue sometida una y otra vez a la condición de señorío jurisdiccional. Semejante trayectoria culminará, no sin resistencia armada por parte de la ciudad, en 1475 con la constitución del Ducado de Segorbe. Conscientes del rechazo de los segorbinos, los primeros duques trataron de vincularse personalmente a la capital de sus dominios, fijando su residencia en Segorbe durante largas temporadas. Poco después, sin embargo, el fallecimiento del IV duque de Segorbe, D. Francisco de Aragón, en 1574, supondrá un punto de inflexión en la historia de la capital del alto Palancia.

El real secuestro del ducado y el paralelo pleito sucesorio (1576-1619), la expulsión de los moriscos (1609), la restitución de Segorbe a la casa de Cardona (1619) y la incorporación de los dominios segorbinos a los estados de la casa de Medinacelli (1670) son hitos que vienen a coincidir con la progresiva transformación de la tradicional economía urbana de Segorbe en otra de carácter eminentemente rural que, desde entonces, caracteriza su siglo XVIII y buena parte del XIX.

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