Antes de abordar el estudio detallado de la cultura en el área de Segorbe debemos emprender la ineludible tarea de definir qué entendemos por cultura. Los historiadores han tenido habitualmente problemas para consensuar un término que fuera útil para todas las escuelas y especializaciones: la historia tradicional ha tendido a considerar únicamente la alta cultura, mientras que en otras ocasiones se confunde con la historia social. Si seguimos la opinión del antropólogo Marvin Harris, la cultura alude a las tradiciones de pensamiento y conducta aprendidas y socialmente adquiridas que aparecen en las sociedades humanas. Nos referimos, por tanto, al estilo de vida total, socialmente adquirido, de un grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar.
Acotando esta definición al área de Segorbe en la Edad Moderna, el campo sería tan amplio que casi podríamos abarcar todos los apartados de este blog. Pero para captar el tono de la cultura segorbina debemos tener en cuenta, sin duda, la estructura social del área: convertida en señorío de realengo desde su conquista, y más adelante entregada en ducado a la nobleza, como hemos visto en las anteriores entradas del blog, la población era eminentemente rural y homogénea, con escasas diferencias internas (especialmente antes de la expulsión de los moriscos). La clase urbana, concentrada básicamente en el municipio de Segorbe, era cuantitativa y cualitativamente débil; a penas mostraba interés en invertir en la agricultura con fines comerciales, sino que se trataba de individuos que básicamente vivían de las rentas o de comercializar el excedente rural, sin mayores expectativas fuera del área local -inclusive en una época tan avanzada como el s. XVIII-. Por este motivo, nos encontramos con una cultura eminentemente rural e iletrada, sin una burguesía dinámica que promueva transformaciones en el campo, o financie y consuma la nueva cultura laica en el ámbito urbano.
En consonancia con eso, las manifestaciones culturales que vamos a tratar son eminentemente populares y propias del Antiguo régimen: giran en torno a los ciclos agrícolas y vitales, y responden a una visión religiosa de la sociedad. Por ese motivo estudiaremos a continuación la religiosidad popular y las cofradías, por un lado; y la pervivencia cultural de los moriscos, por el otro.