La historia de Segorbe, desde la conquista cristiana del territorio valenciano hasta el fin de la edad moderna, va a estar fuertemente condicionada por dos conflictos estrechamente vinculados entre sí. Por un lado la disputa político-administrativa sobre su posesión que fluctuará constantemente entre una Corona tibia al respecto, que empleará el dominio de Segorbe y el secuestro real más como un arma política que por un interés real, y una nobleza que intentará asegurarse un dominio total y contundente, sin grandes éxitos en un principio. Por otro lado, se va a dar un conflicto político-social entre la nobleza que pretendía controlar la ciudad y la oligarquía municipal segorbina que lucho intensamente para poder gozar de las libertades y ventajas que presentaba el realengo.
Durante el proceso de conquista, Jaume I reservó para la Corona algunas poblaciones cuyo control era determinante para el control y vertebración del territorio valenciano. Este era el caso de Segorbe, cuya repoblación pasaría a depender del consejo municipal de Daroca. Sin embargo, durante los primero años de la ocupación cristiana la ciudad de Segorbe pasó a manos del infante Pedro de Portugal y, posteriormente, a las de Berenguer Alfonso. Ninguna de las dos pasaría a ser más que una mera cesión de rentas.
En 1297 el rey Pedro III cedería Segorbe a su hijo natural Jaime Pereza, pasando esta finalmente de ser una posesión personal de los monarcas aragoneses a un condado feudal regulado por el ordenamiento catalán de los Usos de Barcelona. El nuevo señor gozaba por tanto de las rentas y el poder jurisdiccional civil, mientras que la justicia criminal permanecía en manos del rey.
La boda de la hija de Jaime Perez con Artal de Luna en 1299 supondrá el inicio de un siglo de intensa y provechosa relación entre Segorbe y la casa de Luna, que encontrará su momento cumbre con la boda de María de Luna con el infante y posteriormente rey Martín I.
La muerte en 1409 de Martín de Sicilia, hijo del rey Martín I, suponía la desaparición del último descendiente legítimo de los Luna. El rey intentará durante sus últimos meses de vida legitimar Fadrique, hijo bastante del fallecido, como conde de Luna y señor de Segorbe. Sin embargo, el apoyo de Fadrique de Luna en 1429 a Juan II de Castilla en su conflicto con Alfonso V de Aragón dará un nuevo giro a la situación, ya que el monarca hizo que las posesiones del conde en Aragón y Valencia fuesen confiscadas por la Corona. De esta forma en 1430 el baile general Joan Mercader se hacía cargo del real secuestro de la ciudad y escasos días después el rey la incorporaba a sus posesiones.
Alfonso el Magnánimo cederá la ciudad de Segorb en 1435 a su hermano el infante Enrique, mediante una donación temporal hasta que le fueran restituidas sus posesiones en Castilla. Sin embargo, en 1459, el nuevo rey Juan II confirmará la posesión del señorío de Segorbe para el hijo del infante Enrique, conocido como el infante Fortuna. A pesar de que este no podrá tomar posesión de la ciudad hasta 1478 debido a la férrea resistencia antiseñorial de los segorbinos.
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