Durante el reinado del llamado Rey Prudente las visitas de inspección a la ciudad de Valencia tuvieron como gran objetivo en tratar de paliar el contexto de crisis financiera en que estaba sumida la capital del Reino y que la imposibilitaban para hacer frente al pago de los censales al monarca.
Por ello, en mayo de 1564 envío a la ciudad al Virrey de Valencia, Lorenzo de Villarrasa, para que diagnosticara cuales eran los principales problemas que imposibilitaban su buen funcionamiento y que adoptara las medidas que considerara. Entre estas medidas podemos citar la aplicación de nuevas sisas o la prohibición a los jurados de hacer uso del dinero depositado en la Taula de Canvis, aunque fueron insuficientes dado que no se actuaba frente al principal problema de la crisis, la corrupción de los gobernantes.
El virrey recomendó a Felipe II en sucesivas cartas desde 1560 el realizar una visita de inspección. Ante tal insistencia, el monarca aceptó en mayo de 1564 hacer efectiva dicha visita y envió a la ciudad de Valencia a Pedro Clavero y a Juan Antonio de Ancora quienes habrían encargarse de observar la labor de los gobernantes de la ciudad y proponer las medidas que consideraran óptimas para la mejora de su funcionamiento.
La duración de esta visita fue corta, ya que en febrero de 1565 el rey entregó continuar con la labor de analizar a los gobernantes de Valencia a Agustín Gallart, regente de la Cancillería, y a Jerónimo Arrufat, doctor de la Real Audiencia. Una vez detectadas las irregularidades en los oficiales (que iban desde el sobrecargo de censales a la ciudad al uso fraudulento de los fondos de la Taula de Canvis) debían suspenderlos a estos de sus cargos y castigarlos conforme a la gravedad de su transgresión. Se les encargó especialmente el vigilar de cerca al racional de la ciudad, puesto que existían dudas desde época de Carlos V de que los sucesivos personajes que habían desempleado este cargo se habían beneficiado de las claverías o habían cometido irregularidades en el arrendamiento de las mismas.
Por otro lado, tendrían potestad para adoptar todas aquellas decisiones que consideraran oportunas para mejorar la situación financiera por lo que se tomaron medidas con el objetivo de crear un mejor sistema impositivo, para que la ciudad pudiera hacer frente a los censales, y se sustituyeron algunos impuestos en cuanto a las mercaderías de paños y lienzos por el arrendamiento del derecho de comerciar dichos productos para favorecer el comercio.
No obstante, el rey no quedó satisfecho con la labor de estos visitadores especialmente en cuanto a sus intentos de acabar con la corrupción de los gobernantes, como les recriminó en sucesivas cartas, y desde finales de 1565 les instó a que fuesen más severos y desde 1567 les instaba a que fuesen pensando en terminar la visita ante las crecientes quejas a la Corona de la ciudad por el rechazo de las medidas que venían adoptando Gallart y Arrufat. La visita finalizó hacia mediados de 1568 cuando estos dos visitadores acudieron a la Corte para proporcionar al rey sus conclusiones sobre el estado de la ciudad de Valencia.
No obstante, pese a los intentos de Felipe II por mejorar la situación de la ciudad, las medidas aplicadas no surtirían efecto llegándose a una complicada coyuntura económica en la época de los noventa de esta centuria.
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