Se dice que “un pueblo armado es un pueblo respetado” o que “no hay mayor valor democrático que las armas para un pueblo”, en este caso, debemos de aceptar esas afirmaciones, el estallido social de las Germanías como revuelta armada fue producto de ese armar a las milicias gremiales para defender las costas contra la piratería berberisca.
Tras la huida de la oligarquía y de los nobles de la Ciudad, estas clases medias y gremiales se hicieron cargo de regir la capital valenciana desde verano de 1519. Las primeras manifestaciones de la Germanía fueron la exhibición del poder de los oficios a través de vistosos desfiles armados y alardes, así como la constitución el 25 de noviembre de 1519 de un comité ejecutivo integrado por trece síndicos (formada por un representante de cada gremio) denominado la Junta de los Trece, creada a imitación de la veneciana y con un contenido de hermandad recogiendo esa tradición cristiana de Jesucristo con sus apóstoles y liderada por Joan Llorens, que con una composición de representantes de los oficios de Valencia y con periodicidad anual, ejercían de particular Consejo de Estado de la Ciudad que se apresuró en rescatar un privilegio de Pedro el Grande por el que se excluía a la nobleza del gobierno municipal y tras una dura pugna, en la primavera de 1520 la ciudad es regida por un núcleo de jurados populares excluyendo a la nobleza del poder.
Los inicios del movimiento agermanado, destacar que se trata de un movimiento urbano y moderado, el programa de los agermanados (pequeña burguesía y clases populares) en el gobierno de Valencia consistió en medidas reivindicativas como una mayor participación de la base popular y un control del gobierno municipal para aplicar unas medidas como abolir algunas cargas e impuestos a las clases populares y a los gremios, control de la importación del trigo (para evitar sobrecostes y hambrunas), abolir las deudas de la ciudad con los caballeros y ciudadanos honrados. El gobierno agermanado se enfrentaba a graves problemas de deuda municipal, el abastecimiento de trigo, así como los censales que acabarían siendo abolidos.
Presionado por la nobleza, Carlos I da marcha atrás en algunas de sus concesiones a los agermanados, a la vez que prohibirá el agermanamiento de los oficios y el uso de armas por parte de los gremios, aboliendo Carlos, la legislación de su abuelo Fernando el Católico en lo referido a la posibilidad de armarse ante el peligro berberisco. La tensión aumentó en las filas agermanadas con el nombramiento como virrey de Diego Hurtado de Mendoza por su condición de extranjero al ser un noble castellano.
El “golpe de Estado” o toma de poder agermanado se produce cuando se imponen dos representantes populares, un cirujano y un terciopelero, entre los 6 jurados y acaparan cargos importantes del gobierno municipal como fueron el Maestre Racional Joan Caro o Bertolomeu Monfort, abogado y jurista.
La extensión de la revuelta por todo el Reino de Valencia se produjo gracias a la llegada del armamento a los oficios así como la constitución de juntas locales de trece miembros a semejanza de la de Valencia y controlada de manera centralizada por esta. En Valencia se expresaron de la siguiente manera: “Respetamos la autoridad real y deseamos el bien para la Ciudad, que ha sido abandonada por las autoridades”.
Este gobierno agermanado en esta primera etapa de las Germanías, abogaba por el moderantismo a pesar de que la guerra inminente con el bando real era un hecho, consiguieron grandes progresos en sus políticas, con líderes como Llorens como instigador e inspirado en las Repúblicas italianas basado en los textos de Eiximeniç, Caro como líder militar, Sorolla como síndico y Monfort como abogado que luchó por la ampliación de la participación popular en el poder.
Los moderados aspiraban a tener representación política en el gobierno de la ciudad y una vez conseguida introducir importantes reformas en la administración municipal, desde el sistema de elección de cargos al saneamiento de las finanzas públicas. Existía cierto espíritu puritanista y una concepción más abierta del ejercicio del poder y pretendían acabar con la especulación ligada al abastecimiento del trigo en la ciudad, el arrendamiento de las imposiciones y la emisión de deuda pública.
Con la huida del Virrey Mendoza, de la Ciudad, el autoritarismo de Carlos I impuso la nulidad de las elecciones de los jurados de 1520 y amenazó con mandar 3.000 tiradores germanos sino se disolvía el gobierno agermanado. Rápidamente la Junta de los Trece y los conselleres realizaron una frenética actividad legislativa, clave del primer periodo agermanado, nombrando diversas comisiones para regular la vida política de la ciudad (en áreas como sueldos, administración pública, reapertura de la Universidad…) y buscando sobre todo apoyo popular frente al estamento nobiliario para poder negociar en trato igualitario una pacificación social.
Durante todo el 1520 y los primeros meses de 1521 se dispusieron diversas reformas que implicaban cubrir los vacíos de poder que se habían producido en el periodo, que implicaban nuevos nombramientos en el Quitament de censales, en la Clavería comuna, en la Taula de Canvis y en los demás órganos de la vida pública y económica de la ciudad. El hito más destacado fue cuando durante febrero de 1521 la ciudad estuvo gobernada por jurados y consellers de mayoría agermanada, y se tomó la decisión de suprimir toda clase de impuestos (regios, municipales o Generalitat) que no hubieran sido aprobados de antemano por la Junta de los Trece.
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