La elección del cargo de racional fue cuanto menos un asunto polémico. Tras el periodo entre el Fallecimiento de Fernando el Católico y las Germanías, y al igual que pasaba con la elección de los jurats, la ciudad aprovecho ese momento de conflictividad para nombrar este cargo por parta del Consell General. No obstante, tras el fin del movimiento agermanado el rey volvió a ser quien nombraba a quien iba a desempeñar el cargo de racional.
Pero las diferencias entre la monarquía y el Consell General no acabaron aquí. Cierto es que desde 1523 fue el rey quien decidió quien debía desempeñar el oficio de racional, pero los miembros del Consell trataron de influir en la decisión e incluso lograr que el rey les cediera la competencia de designar dicho cargo, algo que expresaron al virrey cada tres años, que era el plazo establecido para ejercer el oficio. El monarca como era de esperar no aceptó perder esa competencia fundamental para mantener su poder en la ciudad capital del reino. La actitud de los monarcas españoles, en especial la de Felipe II, no fue tal vez la más apropiada ya que cuando concluía el periodo del racional transcurridos los tres años de ejercicio del cargo, el rey pocas veces informaba a los miembros del Consell quien había de ser el nuevo racional, y estos debían pedir sucesivamente instrucciones al virrey hasta que el rey se dignaba a enviar la misiva con el nombre correspondiente.
El racional, oficio consolidado durante el reinado de Alfonso el Magnánimo, tenía como principal función el velar por el buen funcionamiento del las finanzas municipales y que hasta 1633 tuvo un gran poder en la ciudad de Valencia dado que controlaba la elección de los jurados. A nivel económico, podía embargar y subastar los bienes de los deudores con el municipio que incluso podían ser encarcelados, ceder el cobro de los impuestos a particulares. Junto a los jurats formaba el Consell Secret, lo cual le permitía decidir también en la administración de la Ciudad.
El poder del racional se fortaleció cuando Carlos V decretó accediendo a la demanda de los magistrados municipales en 1542 a que los deudores a la Ciudad o los contratos hechos con el síndico fueran atenidos exclusivamente por el racional de tal forma que ni el rey, ni el lugarteniente, el gobernador, el portantveus ni cualquier otro oficial pudiera interferir en su labor. Posteriormente, Felipe II en la década de los setenta fortalecería el poder del racional impidiendo la interferencia de la Real Audiencia dando así vía libre al racional en cuanto al pago de deudas y contratos en el síndico que mencionábamos anteriormente.
Para finalizar enumeraremos los oficiales que ejercieron el cargo de racional durante el desde 1516: Nicolás Benito Alpont (1516-1519), Vicente Çaera (1519-1520), Juan Caro (1520-1523) siendo estos elegidos por el Consell General y siendo el último desposeído de su cargo y detenido por el rey tras sofocar el movimiento agermanado, Nicolás Benito Alpont (1523-1526), Baltasar Granulles (1526-1529), Benito Vidal Honorato (1532-1535), Juan García (1535-1542, dos trienios), Baltasar Granulles (1542-1545), de nuevo Juan García (1545-1548), Guillermo Ramón Çaera (entre 1548 y 1557, tres trienios), Hornato Figueroa (1557-1560), Bernardo Simó (1560-1566, dos trienios), Bernardo Luis Albert (1564-1567), Vicente Honorato Vidal (1567-1569), de nuevo Bernardo Luis Albert (1569-1572), Miguel Juan Camos (1572-1574), por tercera vez Bernardo Luis Albert (1574-1577), Miguel Juan Camos de nuevo (1577-1580), Francisco Sanfeliu (1582-1583) quien no duró ni un trienio dada la oposición del Consell General, Arcisio de Mompalau (1583-1586), Onofre Martorell (1586-1589), Jaime Beltrán (1589-1592), de nuevo Onofre Martorell (1592-1595), Marco Ruiz de Bárcena (1595-1598) y Jaime Beltrán por segunda vez (1598-1601).
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