Tras la muerte de Fernando el Católico (1516) y el estallido del movimiento agermanado, la oligarquía municipal de la ciudad de Valencia aprovechó para introducir importantes modificaciones al sistema de elección de los jurados o jurats con vistas a incrementar la autonomía municipal frente al poder regio. No obstante, tras las Germanías tres de los jurados se negaron a aceptar los cargos y se manifestaron servidores del rey por lo que se abrió una crisis que fue aprovechada por Carlos I para imponer sus designios a través del virrey, que controlaría el nombramiento de los nuevos jurados.
Los miembros del estamento eclesiástico y militar eran los más interesados en que se introdujeran cambios en cuanto al nombramiento de los jurados, por lo que solicitaron en cortes de 1542 que dichos cargos fuesen elegidos mediante insaculación, es decir, tras un sorteo en el que además solicitaban que pudiera incluirse la nobleza. No obstante, durante todo el reinado de Felipe II la designación de los cargos municipales más importantes siguió realizándose mediante el sistema de la ceda o lista de 12 candidatos de los diferentes estamentos que el mestre racional impuesto en 1426 y que solo se dejó de utilizar durante las Germanías.
Los jurados eran concebidos como gobernantes encargados de ejercer con eficacia la gestión municipal. Desde principios del siglo XVI, anualmente, en la vigilia de Pentecostés eran elegidos como jurados dos caballeros y cuatro ciudadanos a los que se les exigía tener 25 años, ser casados o viudos y haber residido en la ciudad de Valencia al menos durante veinte años, siendo el oficio de aceptación obligatoria.
Entre sus variadas competencias podemos destacar en primer lugar el avituallamiento de la ciudad, es decir, el aprovisionamiento de la ciudad de trigo o grano; además funciones políticas a nivel normativo siempre que no interfirieran con las leyes vigentes; también facultades fiscales dado que podían imponer sisas o impuestos directos, emitir censales o deuda pública; y funciones económicas como la jurisdicción para regular las tierras destinadas a cultivo o a pasto. Además los seis jurados formaban junto al racional el Concell Secret que únicamente servía como órgano representativo para las clases pudientes y no para las populares únicamente representadas en el Concell General.
Por el desempeño de sus funciones su sueldo a comienzos del siglo XVI era de unas 100 libras anuales que Felipe II aumentaría a finales de siglo que pasó a ser de unas 500 libras dado que los jurados manifestaron las muchas horas que habían de dedicarle a sus muchas funciones, que cada vez eran más, y la necesidad de renovar constantemente su vestuario que les ocasionaba enormes gastos.
Entre las familias valencianas más frecuentes en los cargos de jurado encontramos a los Abella, Albert, Artes, Beneyto, Berenguer, Cas, Catalá, Climent, Cruïlles, Çaera, Figuerola, García, Juan, March, Martí, Miquel, Navarro, Pallarés, Penarroja, Pertusa, Roig, Solanes, Tagell y Vidal. Aunque dentro de estas familias hubo casos en que solo un personaje tuvo una participación muy notoria como es el caso de Bartolomé Martí que estuvo en el cargo en 1522, 1525, 1528, 1533, 1539, 1543, 1547 y 1553, aunque fue incluido en las listas o cedas muchas más veces.
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