El testimonio más antiguo que conocemos del papel de Xàtiva se remonta a mediados del siglo XII, cuando el geógrafo árabe al-Edrisi menciona la extraordinario calidad del papel de esta ciudad y su exportación tanto a Oriente como a Occidente. Sin embargo, será después de la conquista cristiana cuando éste adquiera un mayor protagonismo.
Incorporada Xàtiva a la Corona de Aragón, Jaume I no duda en favorecer, proteger y controlar su célebre industria papelera, garantizando así la provisión de papel para la Cancillería Real. De esta manera, se inicia una época de esplendor que se caracteriza por una producción de papel abundante y por su exportación a tierras lejanas.
En un primer momento, el papel procederá de pequeños y rudimentarios talleres donde los papeleros sarracenos continuarán empleando las técnicas tradicionales. Este papel se distinguirá por el deficiente deshilachado de los trapos y por la estructura irregular del verdugado. Posteriormente, aparecerán instalaciones más modernas en las que se elaborará un papel de mayor calidad gracias a los cambios introducidos en el desfibrado y en la forma. La presencia de filigranas con el escudo de la ciudad de Xàtiva y con las armas reales en documentos de la segunda mitad del siglo XIV y de principios del siglo XV permite identificar la procedencia de este tipo de papel y deducir el control gubernativo de la producción.
Al intensificarse las relaciones comerciales con Italia durante el reinado de Pedro IV, el papel italiano, más barato y mejor acabado, empezará a ganar terreno paulatinamente al papel de Xàtiva, el cual, perderá su posición hegemónica. De todos modos, la producción de papel no se interrumpirá en los siglos siguientes. Ésta continuará vinculada a la población musulmana y sufrirá por ello las consecuencias de acontecimientos históricos como las Germanías y la expulsión de los moriscos.
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