Francisco I traiciona su palabra
Otro de los más destacados episodios en los que Carlos V da muestras de su gran iniciativa y de su sentido caballeresco de la existencia tuvo lugar con motivo del secuestro de Francisco I de Francia tras la batalla de Pavía (1525).
Contra los que le aconsejaban que aprovechara la ocasión para destruir de una vez a su gran enemigo, Carlos procedería de un modo muy personal, buscando en su rival al caballero cristiano para a un entendimiento con él. Carlos V y Gattinarra consideraron entonces que era mejor asegurar la paz convirtiendo al rey francés en amigo. Declararon un alto el fuego y abrieron la vía de las negociaciones. Fruto de las mismas se firmó el Tratado de Madrid (1526) según el cual el rey francés se comprometía a la devolución de Borgoña a cambio de su libertad.
Carlos V confió en la palabra del rey francés, pues pensaba que éste se comportaría también como un caballero. Pero sus ideales caballerescos se verían traicionados. Francisco I violará pronto las condiciones allí estipuladas y reanudará la guerra contra el Emperador.
Aquella actitud era incomprensible para el Emperador, desde su sentimiento caballeresco de la existencia. Le resultaba inconcebible que un rey pudiese quebrantar su palabra, que para él era algo sagrado. Para Francisco I, la palabra era también un gran don, pero, como para Maquiavelo, era un don para ayudarnos, para protegernos, y, por tanto, para poder disimular nuestros pensamientos.