Juanelo Turriano fue principalmente un relojero al servicio de Carlos I y de Felipe II, aunque también destacó por otro tipo de trabajos. Fue un personaje genial y misterioso alrededor del cual se fueron forjando leyendas tras su muerte.
Turriano nació hacia 1500 en un pueblo cercano a la ciudad de Cremona, en Lombardía, territorio que se había convertido en un importante foco de producción industrial durante el gobierno de los Sforza y cuna de algunos de los genios científicos más destacados de la época. A partir de la victoria imperial en Pavía, en 1525, la zona quedó bajo la órbita de la monarquía española, circunstancia que determinaría la carrera del joven Turriano.
Su nombre era Giovanni, pero era conocido Juanelo, apodo que hizo famoso. Poco se sabe de su infancia, y la información que tenemos está rodeada de la leyenda que acompañará toda su biografía. Se cuenta que fue Giorgio Fondulo, profesor en la Universidad de Pavía, quien inició a Turriano en los fundamentos de la astronomía. Los conocimientos de Juanelo, con todo, tienen más que ver con el aprendizaje práctico que con la teoría y la especulación escolástica. Lo más probable es que, siguiendo el modo habitual en la época, aprendiese en el taller de su padre, Gerardi Turriano, a construir y reparar instrumentos mecánicos. Tras esta primera formación doméstica, entró como aprendiz en uno de los talleres de relojería de Cremona, trasladándose al poco tiempo a Milán, donde llegó a ser maestro relojero y mecánico.
En 1558, a la muerte del emperador Carlos I, los relojes y planetarios coleccionados en Yuste fueron puestos a cargo de Juanelo, quien pasó a ocupar el mismo puesto de relojero al servicio de Felipe II, obligándosele a residir en la corte, ya fuera en Madrid o en Toledo. Éste no había heredado de su padre la afición a la relojería, pero Juanelo era igualmente capaz de aconsejar en la construcción de las grandes obras de ingeniería, especialmente hidráulicas, que concentrarían los esfuerzos del Rey Prudente.
Hasta 1565, en que Juanelo se instala definitivamente en Toledo para la construcción de sus famosos ingenios, reside y trabaja en Madrid, donde Felipe II acababa de trasladar la capital de su monarquía. Era inevitable que la presencia de Juanelo fuera requerida también en la obra más importante de las emprendidas por el monarca, el monasterio de El Escorial, aunque no tenemos evidencia documental de que residiera allí durante su construcción. Es probable que la experiencia de Juanelo en la construcción de máquinas resultase útil en el diseño de grúas e ingenios utilizados por Herrera en los trabajos del edificio.
Juanelo participó en algunos de los proyectos de obras hidráulicas más relevantes de la segunda mitad del siglo XVI español. A los procedimientos clásicos desarrollados y mejorados durante décadas, se unieron otros que requerían algún mecanismo para subir el líquido. Entre ellos, el ideado por Juanelo Turriano: el artificio compuesto por torres de cazos que el célebre cremonés construyó a partir de 1565 para elevar el agua desde el Tajo hasta la ciudad imperial de Toledo.
Asimismo, Juanelo aportó la solución a los impedimentos geológicos para la construcción del azud en la Acequia Real del Jarama. La propuesta consistía en rellenar las oquedades y cavernas propias de terrenos muy permeables con materiales de albañilería. Algo similar ocurrió en 1571, cuando puso solución a los corrimientos de tierra durante la construcción de la Acequia de Colmenar de Oreja. La última intervención documentada de Juanelo en una gran obra de ingeniería fue la consulta que se le hizo en 1580, ante los problemas planteados en la ejecución de la presa de Tibi, cuya construcción puso en regadío 3.000 Ha de huerta alicantina. El resultado fue una presa con una novedosa planta en curva tipo gravedad-arco y un talud, aguas arriba, casi vertical con un perfil escalonado aguas abajo. La altura del muro –43 m desde el fondo hasta la coronación– la convirtió en la mayor del mundo y no fue superada hasta la construcción de las grandes presas del periodo ilustrado, ya en los años centrales del siglo XVIII.
Entre las intervenciones de Turriano para Felipe II, hay una que nos confirma los conocimientos del relojero. Se trata de la reforma del calendario emprendida por el Papa Gregorio XIII. Esta cuestión era de lo más urgente dado que el desajuste entre el tiempo astronómico y la fecha del calendario alcanzaba ya más de una decena de días. Entre los científicos que fueron consultados estuvo, por supuesto, Juanelo Turriano, quien escribió su Breve discorso alla Majestad de Re Católico interno la reduttione dell anno et restitutione del Calendario con la dichiaratione deglo instrumenti da esso per mostrarla in atto prattico. La propuesta de Juanelo daba dos soluciones para estipular correctamente la fecha en que debía caer el día de Pascua: mantener el equinoccio fijo en el 10 de marzo de su tiempo o volver a la situación del Concilio de Nicea, que lo fijaba el 21 de marzo. Diez años después se finalizaron los trabajos para la reforma del calendario estableciendo la fecha del equinoccio de primavera el 21 de marzo, de forma que no fuese necesario modificar los misales ni los breviarios, según el deseo expreso de Felipe II. Giovanni Paolo Lomazzo escribía en 1587:
Trasse l’acque del Tago il Torriani Tanto alto, come il Duomo di Milano A la natura e al ver scherno facendo Questo gran Mathematico fu quello Che scoperse l’error de i dieci giorni
Es posible que la petición realizada en 1653 por Pío IV a Felipe II para que concediese a Juanelo una licencia de dos años con el fin de trabajar en Roma a sus órdenes estuviese vinculada a los trabajos de la reforma del Calendario. La negativa a este viaje estuvo justificada por la dedicación de Juanelo al Artificio de agua que construía para subir agua desde el Tajo a Toledo.
A su muerte, el 13 de junio de 1585, Juanelo Turriano dejó como legado todo un amplio repertorio de ingenios, proyectos e inventos, de entre los cuales se han planteado diversas reconstrucciones y existe no poca controversia en las hipótesis planteadas por los diferentes expertos en la materia. Algunas dibujos de este tipo d eingenios son los siguientes: