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Felipe III General

Felipe III. Tiempos de paz y de estabilidad en sus territorios

Felipe III nació en 1578, gobernando a partir de 1598 hasta su fallecimiento en el 1621. Se trataba de un personaje de salud débil, poco bondadoso y bastante vago, según las cronicas de la época. Su reinado se considera de transición, ya que fue el reinado de paso entre la hegemonía hispánica y el inicio de la decadencia española. Durante su reinado se inició la “costumbre” de gobernar mediante un válido, este cargo le fue otorgado al Duque de Lerma, que practicamente se podría decir que dirigía España a su voluntad. Uno de los hechos más relevantes del reinado fue la expulsión de unos 300.000 moriscos principalmente de la zona del levante.

Mientras que Felipe III estaba en el trono, se sucedieron las paces con las distintas potencias europeas como Inglaterra, Francia y los Países Bajos. Esta política abanderada por este monarca, se explica por las dificultades económicas por las que estaba pasando las arcas del estado, de esta manera se reducía el gasto público y se mejoraba la situación económica nacional, que desde finales del reinado de su padre Felipe II se encontraba en una situación delicada. Pese a esta medida Felipe III no se libró de sufrir crisis económicas.

El único gran conflicto en el que se vio sumida la monarquía hispánica, durante su reinado fue el de la rebelión protestante en el palatinado, que como consecuencia ocasionaría la Guerra de los 30 Años, este problema se inició en 1618 y concluyo 30 años más tarde. Durante estos primeros companses, la unión entre Austria y España les dio las primeras victorias frente al bando protestante. Por lo tanto hasta la muerte del monarca en 1621 y ya muy entrado el reinado de Felipe IV no se dieron malos resultados para el ejército español en la zona.

Durante el reinado de este monarca se vivió unos años de estabilidad en cuanto a las posesiones españolas, ni aumentaron en exceso, ni se vieron muy disminuidas. En el ámbito positivo tan solo destacan la pequeña ampliación de los territorios en América, gracias a los nuevos descubrimientos y algunas plazas norteafricanas como Larache, que era muy complicada de defender por el continuo ataque de los piratas berberiscos, que acosaban continuamente a las guarniciones españolas desplegadas por el mediterráneo. En el aspecto de las pérdidas territoriales, tan solo cedieron algunos enclaves portugueses (por lo tanto españoles, tras la coronación de Felipe II como rey de Portugal) en el oceáno Indico, debido al auge colonial holandés del momento en dicha zona oriental, que comenzó a suponer el inicio de la hegemonía holandesa en dicha zona.