A continuación se pasará a definir las estructuras y la producción de la economía mostrando algunas de sus variedades.
Las relaciones entre los propietarios de las tierras (terratenientes) y los campesinos que las cultivaban se estructuraban a través de un monopolio de la tierra. La vinculación de la tierra era importante puesto que la relación clientelar de siervo que se formaba hacía imposible el ahorro e inversión de los campesinos y estancaba la economía empeorándola en momentos de crisis. Así, se acababa estableciendo un enfeudamiento.
También, había cesiones temporales de tierra que se realizaban a través de:
a) Arrendamientos de corta duración que permitían a los terratenientes adaptarse a sus circunstancias. (Castillas, Andalucía, Extremadura y provincias vascas)
b) La cesión a largo plazo del aprovechamiento de la tierra a cambio de dinero. A través de foros (Galicia y Asturias), censos (Cataluña, Valencia y Baleares) y «rabassas» en Cataluña.
Aquellas personas que cultivaban la tierra eran casi propietarios y su situación mejoraba pero los baldíos (tierras no cultivadas o que no dan productos) y tierras de propios municipales sólo mejoraron cuando estaban en manos de burgueses, burócratas o en la oligarquía local. Por tanto, durante todo el s. XVI hubo una concentración de la propiedad territorial de los señores en pequeñas parcelas, usurpaciones y censos.
Por lo que respecta a la producción se centró en el trigo, el olivo y la vid pero también estaba la cebada y el centeno para la cabaña ganadera aunque también era utilizado para la alimentación humana. El olivo y la vid eran más comerciales y se extendieron rápidamente por la zona de Andalucía. Por consiguiente, el olivo y la vid estaban en expansión mientras que la cebada y el centeno eran propios de la ganadería y complemento alimenticio. Además, el bajo rendimiento del cultivo llevó a la importación del cereal al Mediterráneo y al Norte de Europa[1]
Por consiguiente, observamos que tanto las estructuras como la producción siempre acaba beneficiando a la nobleza dejando al campesinado en unas condiciones pésimas aunque algunas veces, escasas, podía sacar partido de ellas.
[1] La referencia es procedente de la página 49 de SANZ CAMAÑES, Porfirio. La economía española en el siglo XVI. Atlas histórico de España en la Edad Moderna. Madrid. Editorial Síntesis. 2012. 284 p. ISBN: 9788497565226.