Martín Lutero se casó el 17 de junio de 1525 en Wittenberg. La afortunada en cuestión fue la antigua monja Katharina von Bora. En aquella época, la boda provocó un gran escándalo. Sus detractores condenaron la naturaleza lujuriosa de Lutero, al que identificaban con el Demonio, y se horrorizaron de que ambos cónyuges hubiesen quebrantados los votos de castidad. Los defensores de la Reforma vieron en el acontecimiento un síntoma de debilidad en el reformador y el propio Melanchton supo ver que la causa reformista sufriría un duro golpe. Dejando a un lado la consideración luterana sobre el matrimonio de los clérigos, que el reformador aprobaba, Lutero explicó que tomó esta decisión para burlarse del Diablo y para provocar el escándalo de los obispos católicos, de la curia romana y del Papa, a los que consideraba algo parecido a esbirros del Anticristo. Hay que tener en cuenta que Lutero era, en gran medida, un provocador. Al estar convencido de que sólo él había comprendido la Palabra de Dios, creía que todos sus oponentes estaban equivocados y por ello gustaba de provocar su indignación y la de su jefe: Satanás.
Las autoridades habían cedido a Lutero el antiguo convento de Wittenberg para que la utilizara como hogar para su familia. El reformador acogía allí a numerosos sacerdotes, frailes y monjas que abandonaban sus iglesias y conventos por simpatía con las doctrinas luteranas. Además de darles cobijo, Lutero se ocupaba de buscarles un marido o una esposa convenientes. Así pues, un día decidió casarse con una de aquellas monjas que tenía tres candidatos para desposarse. Cabe decir que, cuando Katharina llegó a la ciudad, no la casó inmediatamente sino que esperó un año entero porque, dado su elevado estatus social, quería casarla con alguien de buena familia. El primer pretendiente la rechazó, el segundo lo rechazó ella y al fin la ex-monja dijo que accedería a casarse con Nicolás de Ansdorf, íntimo de Lutero, y que si aquel no quería, se casaría con el propio Lutero. El reformador, que tenía a otra mujer en mente para desposarse en el caso de que decidiera hacerlo, finalmente accedió. Pese a que en principio no hubo amor de por medio, lo cierto es que al final terminó profundamente enamorado de su esposa, llegando a decir que se ocupaba más de su “Käthe” que de Dios. El matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, dos de las cuales murieron.
En su casa de Wittenberg Lutero acogía a todo tipo de personas: fieles, familiares, transeúntes, estudiantes, etc. El doctor, como le gustaba que le llamaran, se preocupaba de darles comida, alojamiento y hospitalidad, lo cual suponía una dura carga para las ya precarias arcas de la familia. De forma completamente gratuita, Lutero solía reunir a todos los huéspedes y a sus familiares en la mesa a la hora de comer para, después, comenzar a predicar y a conversar sobre temas religiosos durante horas. Algunos de los asistentes, la mayoría jóvenes simpatizantes con sus doctrinas, copiaron sus conversaciones. Muchas de las que se recuperaron fueron compiladas en las obras Charlas de Sobremesa, Coloquios del doctor Martín Lutero o Cartas.
Imagen: Cuadro de Lutero con su familia. Página La cruz de Cristo: http://www.lacruzdecristo.com.ar/luteroylamusica.html