¡Madre mía, 3 añazos como 3 soles!. Nunca me hubiera podido imaginar lo que se puede querer a un pequeñajo. Mira que he tenido sobrinos, con los que he pasado mucho tiempo, ya que se criaron en casa de mi madre cuando yo todavía vivía con ella. Pero esto es distinto. Cómo duele cuando sufre y cómo satisface cuando está contento.
Ya ha empezado el cole. Menudo cambio en tan poco tiempo. Cada día tengo algo por lo que sorprenderme. Son gestos, palabras (¿eso quién se lo ha enseñado?), canciones, risas, rabietas, … Hace poco, ante una situación complicada y una cara muy triste de nuestra parte, nos dice, acariciando nuestra cara: “no te preocupes, yo estoy aquí”. La emoción que siento es impresionante.
Bicho, que sepas que siempre estaré a tu lado y te querré lo indecible.
Felicidades por esa fantástica familia!!
un abrazo…
Gracias Antonio