El Imperio Español bajo Felipe II y hasta 1640.
Felipe II (Valladolid, 21 de mayo de 1527 – San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue Rey de España desde 1556 hasta su muerte, de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves (como Felipe I) desde 1580, cuando realizó una unión dinástica con Portugal, que duró sesenta años. Por su matrimonio con María I, también fue Rey de Inglaterra entre 1554 y 1558. Es decir, fue Emperador del Imperio de España durante su cenit absoluto.
Portugal bajo la Casa de Austria
La incorporación de Portugal y sus territorios extranjeros al reino de España aumentó drásticamente el ámbito y las oportunidades del Imperio. Los tres reyes españoles de la Casa de Austria que reinaron sobre Portugal durante el periodo entre 1580 y 1640 fueron:
- Felipe II de España/I de Portugal (r. 1580 – 1598)
- Felipe III de España/II de Portugal (r. 1598 – 1621)
- Felipe IV de España/III de Portugal (r. 1621 – 1640)
En Portugal este periodo se conoce también como Dinastía Filipina o Tercera Dinastía. Durante su existencia, la extensión del territorio ibérico llegó a ser el imperio más dilatado de su tiempo porque el rey gobernó sobre un gran número de territorios coloniales como, por ejemplo Las Indias de América hasta el Extremo Oriente de Asia, incluyendo factorias en África y la India. La integración de Portugal en España se produjo en la concepción de España que siguió en los siglos XVI-XVII. En esa época, España era una monarquía compuesta con poderes mundiales; sin embargo, una en la que cada uno de los reinos retenía su peculiaridades institucionales:
Muchos de los problemas de Felipe —y de España— se originaron porque el imperio era muy descentralizado. Dentro de España propiamente, Aragón, Cataluña y Valencia tenían sus propias leyes y sistemas tributarios; Portugal retuvo su sistema separado desde su incorporación en 1580 hasta su independencia en 1640; y Sicilia tuvo su propia legislatura y estructura tributaria. Nápoles y Milán estaban bajo un control más directo desde Madrid, y las Américas llegaron a ser la principal fuente de ingresos para la Corona después de 1560. (Handbook of Bureaucracy, páginas 12 y 13)
Cuando Felipe fue declarado Rey de Portugal, la idea de perder la independencia fue muy posible, debido a la forma controvertida por la que había conseguido trono, y porque Portugal había existido independientemente de España hace siglos. Por eso, Felipe se comprometió a mantener y respetar los fueros, costumbres y privilegios de los portugueses. En las Cortes estuvieron presentes todos los procuradores de las villas y ciudades portuguesas, a excepción de las de los de las Azores, fieles al rival pretendiente al trono derrotado por Felipe II, el Prior de Crato.
La unión dinámica entre España y Portugal fue el principio de la unión real que, sin grandes alteraciones, dominaría hasta cerca de 1640 a pesar de las intervenciones inglesas en las Azores en 1589. Según Juan Ferrando Badía, “La diferencia básica entre la unión personal y real, es que la primera es casual y no crea ningún vínculo jurídico entre los territorios de la unión, mientras que en la unión real se produce una uniformación de su política exterior”, como fue el caso de Portugal. Así, la unión de Portugal y Castilla daría lugar a un conglomerado territorial que incluía posesiones en todo el mundo: México, Cuba, América Central, Sudamérica, Filipinas, como núcleos costeros en Berbería, Guinea, Angola, Mozambique, Golfo Pérsico,India y en el sudeste asiático (Macao, Molucas, Formosa, etcétera.
Debido a la complejidad de Monarquía hispánica, el Monarca español empleaba un sistema de Consejos, que eran unos organismos auxiliares dedicados a la resolución de problemas, que sometían al conocimiento y decisión del Monarca. El Consejo de Estado en Madrid, se encargaba de las decisiones importantes referidas a la organización y la defensa del del conjunto de la Monarquía hispánica, y con frecuencia tenía que tener en consideración asuntos portugueses. Además, el Consejo de Guerra ejercía su jurisdicción sobre las tropas ubicadas en las fortificaciones castellanas establecidas en el litoral portugués.
Y también, había Consejos de carácter territorial, cuyas funciones estaban especializadas en un espacio territorial concreto. El Consejo de Portugal (establecido en 1582) estaba compuesto por un presidente y seis consejeros. El Consejo tuvo el papel de manifestar al rey los asuntos referidos a la justicia, la gracia, y la economía de la Corona portuguesa. Cualquier decisión del rey con referencia a Portugal tenía que pasar por una consulta al Consejo antes de ser transmitido a la cancillería de Lisboa.
Hablando sobre gobierno del reino de Portugal, durante el periodo de unión, los reyes de la casa de Austria en general respetaron los compromisos de Tomar de 1581, para permitir una considerable autonomía del reino y respetar los territorios de su imperio. El rey estuvo representado en Lisboa, unas veces por un gobernador y otras por un virrey. Así, España dejó la administración de Portugal y su imperio en gran parte a los propios portugueses, bajo la supervisión general desde Madrid. Los asuntos importantes, sin embargo, se presentaban ante el Consejo de Portugal en Madrid.
En términos de religión, los reyes españoles mantuvieron la Mesa da Consciência e Ordens, que era responsable de gestionar los nombramientos eclesiásticos y la propiedad de las órdenes militares. La Inquisición portuguesa se mantuvo independiente de la Mesa da Consciência e Ordens y el Judaísmo fue prohibido en Portugal tanto como en España.
Vídeo sobre Felipe II y la relación entre España y Portugal durante su reino
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Sin embargo, en 1640, después de unos 60 años como parte del Imperio Hispánico, Portugal se independizó. Vamos a explorar ese tema en la siguiente entrada.