Restauração (Restauración) de Portugal (1640-1668 d.C.)

La información que aparece aquí es una adaptación de la importación que aparece aquí

Los reinados de Felipe I y Felipe II de Portugal fueron relativamente pacíficos con referencia a Portugal, principalmente porque hubo poca interferencia castellana en los asuntos de Portugal, que seguía bajo la administración de gobiernos portugueses. A partir de 1630, ya en el reinado de Felipe III de Portugal, la situación tendió a una mayor intervención castellana y a un descontento creciente. Las numerosas guerras en las que España se vio envuelta, por ejemplo contra las Provincias Unidas (Guerra de los Ochenta Años) y contra Inglaterra, habían costado vidas portuguesas y oportunidades comerciales. Dos revueltas portuguesas habidas en 1634y 1637 no llegaron a tener proporciones peligrosas, pero en 1640 el poder militar español se vio reducido debido a la guerra con Francia y la sublevación de Cataluña.

La falta de respeto de los privilegios de la nobleza nacional se fue agravando. Los impuestos aumentaban, la población empobrecía, los burgueses estaban afectados en sus intereses comerciales, la nobleza estaba preocupada con la pérdida de sus puestos y rendimientos y el imperio portugués era amenazado por los ingleses y holandeses mediante la impotencia o desintereses de los gobernadores de los reyes españoles.

La gota que colmó el vaso fue la intención del Conde-Duque de Olivares en 1640 de usar tropas portuguesas contra los catalanes sublevados. El Cardenal Richelieu, mediante sus agentes en Lisboa, halló un líder en Juan II, Duque de Braganza, nieto de Catalina de Portugal. Aprovechándose de la falta de popularidad de la gobernadora Margarita de Saboya, Duquesa de Mantua, y de su secretario de estado Miguel de Vasconcelos, los líderes separatistas portugueses dirigieron una conspiración el 1 de diciembre de 1640. Vasconcelos, que sería defenestrado, fue prácticamente la única víctima. El 15 de diciembre de 1640 el Duque de Braganza fue aclamado rey como Juan IV, pero prudentemente se negó a ser coronado, consagrando la corona portuguesa a la Virgen María.

La conspiración de 1640 fue planeada por los hidalgos D. Antão de Almada, D. Miguel de Almeida y por el Dr. João Pinto Ribeiro entre otros.

El sábado 1 de Diciembre de 1640 entran en el Palacio de Lisboa, situado en la Plaza del Mercado, matando al secretario de Estado Miguel de Vasconcelos y aprisionando a Margarita de Saboya, duquesa de Mântua, que gobernaba entonces Portugal en nombre de su primo, Felipe IV. En su lugar aclamaron al Duque de Braganza como Rey de Portugal, con el título de Juan IV (1640-1656), dando inicio a la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza.

El momento fue bien escogido, ya que la casa de Habsburgo afronta en esa época los problemas derivados de la Guerra de los treinta años (1618-1648) y la Revuelta de los Catalanes.

La guerra

El esfuerzo nacional portugués se mantuvo durante 28 años, con lo cual fue posible vencer en las sucesivas tentativas de invasión de los ejércitos de Felipe IV. En 1668 se firmó el tratado de Lisboa de 1668 por el cual España reconocía la soberanía del país vecino. La victoria de los restauradores portugueses se debió en gran medida a la Sublevación de Cataluña, ya que todos los mejores soldados castellanos estaban ahí, así como a los esfuerzos diplomáticos de Inglaterra, Francia, Holanda y Roma por limitar el poder del Imperio español, mientras mantenían la guerra en Alemania, Guerra de los Treinta Años, así como la Guerra de los Ochenta Años en Flandes, que seguía con apoyo inglés y francés tras la Guerra anglo-española (1625-1630).

Paralelamente, las tropas portuguesas lograron expulsar a los holandeses de Brasil y de Angola y Santo Tomé y Príncipe (1641-1654), restableciendo el poder atlántico portugués.

Unión dinástica — Portugal bajo la Casa de Austria (1580-1640 d.C.)

El Imperio Español bajo Felipe II y hasta 1640.

Felipe II  (Valladolid, 21 de mayo de 1527 – San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue Rey de España desde 1556 hasta su muerte, de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves (como Felipe I) desde 1580, cuando realizó una unión dinástica con Portugal, que duró sesenta años. Por su matrimonio con María I, también fue Rey de Inglaterra entre 1554 y 1558. Es decir, fue Emperador del Imperio de España durante su cenit absoluto. 

Portugal bajo la Casa de Austria

La incorporación de Portugal y sus territorios extranjeros al reino de España aumentó drásticamente el ámbito y las oportunidades del Imperio. Los tres reyes españoles de la Casa de Austria que reinaron sobre Portugal durante el periodo entre 1580 y 1640 fueron:

  • Felipe II de España/I de Portugal (r. 1580 – 1598)
  • Felipe III de España/II de Portugal (r. 1598 – 1621)
  • Felipe IV de España/III de Portugal (r. 1621 – 1640)

En Portugal este periodo se conoce también como Dinastía Filipina o Tercera Dinastía. Durante su existencia, la extensión del territorio ibérico llegó a ser el imperio más dilatado de su tiempo porque el rey gobernó sobre un gran número de territorios coloniales como, por ejemplo Las Indias de América hasta el Extremo Oriente de Asia, incluyendo factorias en África y la India. La integración de Portugal en España se produjo en la concepción de España que siguió en los siglos XVI-XVII. En esa época, España era una monarquía compuesta con poderes mundiales; sin embargo, una en la que cada uno de los reinos retenía su peculiaridades institucionales:

Muchos de los problemas de Felipe —y de España— se originaron porque el imperio era muy descentralizado. Dentro de España propiamente, Aragón, Cataluña y Valencia tenían sus propias leyes y sistemas tributarios; Portugal retuvo su sistema separado desde su incorporación en 1580 hasta su independencia en 1640; y Sicilia tuvo su propia legislatura y estructura tributaria. Nápoles y Milán estaban bajo un control más directo desde Madrid, y las Américas llegaron a ser la principal fuente de ingresos para la Corona después de 1560. (Handbook of Bureaucracy, páginas 12 y 13)

Cuando Felipe fue declarado Rey de Portugal, la idea de perder la independencia fue muy posible, debido a la forma controvertida por la que había conseguido trono, y porque Portugal había existido independientemente de España hace siglos. Por eso, Felipe se comprometió a mantener y respetar los fueros, costumbres y privilegios de los portugueses. En las Cortes estuvieron presentes todos los procuradores de las villas y ciudades portuguesas, a excepción de las de los de las Azores, fieles al rival pretendiente al trono derrotado por Felipe II, el Prior de Crato.

La unión dinámica entre España y Portugal fue el principio de la unión real que, sin grandes alteraciones, dominaría hasta cerca de 1640 a pesar de las intervenciones inglesas en las Azores en 1589. Según Juan Ferrando Badía, “La diferencia básica entre la unión personal y real, es que la primera es casual y no crea ningún vínculo jurídico entre los territorios de la unión, mientras que en la unión real se produce una uniformación de su política exterior”, como fue el caso de Portugal. Así, la unión de Portugal y Castilla daría lugar a un conglomerado territorial que incluía posesiones en todo el mundo: México, Cuba, América Central, Sudamérica, Filipinas, como núcleos costeros en Berbería, Guinea, Angola, Mozambique, Golfo Pérsico,India y en el sudeste asiático (Macao, Molucas, Formosa, etcétera.

Debido a la complejidad de Monarquía hispánica, el Monarca español empleaba un sistema de Consejos, que eran unos organismos auxiliares dedicados a la resolución de problemas, que sometían al conocimiento y decisión del Monarca. El Consejo de Estado en Madrid, se encargaba de las decisiones importantes referidas a la organización y la defensa del del conjunto de la Monarquía hispánica, y con frecuencia tenía que tener en consideración asuntos portugueses. Además, el Consejo de Guerra ejercía su jurisdicción sobre las tropas ubicadas en las fortificaciones castellanas establecidas en el litoral portugués.

Y también, había Consejos de carácter territorial, cuyas funciones estaban especializadas en un espacio territorial concreto. El Consejo de Portugal (establecido en 1582) estaba compuesto por un presidente y seis consejeros. El Consejo tuvo el papel de manifestar al rey los asuntos referidos a la justicia, la gracia, y la economía de la Corona portuguesa. Cualquier decisión del rey con referencia a Portugal tenía que pasar por una consulta al Consejo antes de ser transmitido a la cancillería de Lisboa.

Hablando sobre gobierno del reino de Portugal, durante el periodo de unión, los reyes de la casa de Austria en general respetaron los compromisos de Tomar de 1581, para permitir una considerable autonomía del reino y respetar los territorios de su imperio. El rey estuvo representado en Lisboa, unas veces por un gobernador y otras por un virrey. Así, España dejó la administración de Portugal y su imperio en gran parte a los propios portugueses, bajo la supervisión general desde Madrid. Los asuntos importantes, sin embargo, se presentaban ante el Consejo de Portugal en Madrid.

En términos de religión, los reyes españoles mantuvieron la Mesa da Consciência e Ordens, que era responsable de gestionar los nombramientos eclesiásticos y la propiedad de las órdenes militares. La Inquisición portuguesa se mantuvo independiente de la Mesa da Consciência e Ordens y el Judaísmo fue prohibido en Portugal tanto como en España.

Vídeo sobre Felipe II y la relación entre España y Portugal durante su reino

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Sin embargo, en 1640, después de unos 60 años como parte del Imperio Hispánico, Portugal se independizó. Vamos a explorar ese tema en la siguiente entrada.

 

 

Guerra de Sucesión Portuguesa (1580-1583 d.C.)

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La crisis de sucesión de Portugal de 1580 vino como resultado de la muerte sin herederos del rey Sebastián I de Portugal en 1578 y de la auto-proclamación de Enrique I como sucesor. A causa de la falta de un heredero, fue el deber de las cortes portuguesas de decidir quién sería el próximo rey portugués y uno de los candidatos fue Felipe II de España. Sabiendo que la fuerza militar de su reino no podía fracasar, en 1580 Felipe declaró guerra contra Portugal para instalarse como rey.  amparándose en sus derechos a la sucesión a la corona portuguesa, ordenó la invasión militar del país.

En junio de 1580 el ejército español bajo Felipe II entró en Portugal con 35.000 hombres bajo el mando de Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba. A la vez en Cádiz se construyó una flota para ayudarles. Durante las semanas siguientes el ejército español avanzó hacia Lisboa sin mucha resistencia en el camino.

Las fuerzas españolas consistían en unos 18.000 hombres y 1.800 jinetes; el ejército portugués consistía en 25.000 de infantería y 2.500 de caballería. Los dos ejércitos se encontraron por primera vez a unos 10 km al oeste de Lisboa, a ambos lados del río Alcántara. La batalla subsiguiente empezó con un una explosión de artillería por ambos lados; los españoles, después de dos intentos fallidos, consiguieron cruzar el río por el puente de Alcántara, mientras Sancho Dávila con sus fuerzas conseguía atravesarlo río arriba. En el combate que siguió, las  tropas del duque de Alba derrotaron a las portuguesas de don Antonio, los cuales retiraron a Lisboa.

Como resultado de la derrota, el 25 de marzo de 1581, Felipe II fue coronado rey de Portugal, tomando el nombre de Felipe I de Portugal. Este evento marcó el comienzo de un periodo de unión dinástica entre los dos poderes mundiales que duraría hasta 1640.

 

 

Control a través de matrimonios de unión, parte II (1522- d.C.)

En 1521 Manuel I de Portugal murió y le sucedió su hijo Juan III. Las negociaciones entre Portugal y Castilla y Aragón resultaron es la formación de una doble unión hispano-portuguesa. Primero, en 1522, Juan III de Portugal se casó con Catalina de Austria, su prima y la hermana menor de Carlos I. Luego, el 11 de marzo de 1526, Isabel, hermana de Juan, se unió con Carlos I, su primo. La boda se celebró en los Reales Alcázares de Sevilla. Esta doble unión fue mutuamente beneficioso, porque con el matrimonio entre Carlos y Isabel, la relación entre Castilla y Aragón y Portugal se reforzó, mientras el matrimonio entre Juan III y Catalina reforzó la relación entre Portugal y Austria, otra parte del Imperio.
Como ya he dicho, Isabel de Portugal era la segunda hija del rey Manuel I de Portugal (1469-1521) y su esposa María de Aragón y Castilla (1482–1517). Aunque murió joven, Isabel (Lisboa, 24 de octubre de 1503 – Toledo, 1 de mayo de 1539), fue la única esposa de Carlos I de España, emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico. Según el linaje establecido, no fue reina titular de España, porque Juana I de Castilla (1479-1555) vivía sin ejercer su poder, que había sucedido a su hijo Carlos. Sin embargo, como esposa del rey Carlos I, se le considera entre las reinas consortes de España, y de hecho tuvo cierto poder como gobernadora de los reinos españoles, particularmente durante los viajes por Europa de su marido.

Desde el punto de vista económico de la monarquía hispánica, la unión de Isabel y Carlos fue beneficiosa, porque el dote de Isabel era muy grande, así que contribuiría a los ingresos del imperio bajo Carlos, cuyo presupuesto fue enorme y aumentaba año tras año. Además, a pesar de que el matrimonio se realizó por motivos políticos, dicen que fue una pareja feliz, y después de la muerte de Isabel, Carlos nunca volvió a casarse.

El matrimonio produjo cinco hijos incluso Felipe II, el único hombre que sobreviviría la niñez. Isabel de Portugal murió embarazada de su quinto hijo en el palacio de Fuensalida, Toledo, Castilla-La Mancha. Descendencia:

  • Felipe (21 de mayo de 1527 – 13 de septiembre de 1598), sucesor de Carlos al trono de España y sus posesiones en América, los Países Bajos, Milán, Cerdeña, Nápoles y Sicilia
  • María (21 de junio de 1528 – 26 de febrero de 1603)
  • Juan (22 de marzo de 1529 – 1530)
  • Fernando (19 de octubre de 1535 – 20 de marzo de 1538);
  • Juana (24 de junio de 1537 – 7 de septiembre de 1573), quien en 1552 se casó con su primo hermano Juan Manuel de Portugal, infante heredero de Portugal
  • Juan (30 de abril de 1539)

Tratado de Alcáçovas (1479 d.C.)

La Guerra de Sucesión Castellana concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcáçovas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y concedía a Portugal la autoridad en el Atlántico, con la excepción de las islas Canarias. Juana la Beltraneja perdió su derecho al trono y tuvo que quedarse en Portugal hasta su muerte. El Tratado de Alcáçovas fue firmado en Alcáçovas, Portugal el 4 de septiembre de 1479 por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Castilla y Aragón y por el rey Alfonso V de Portugal y su hijo Juan. El tratado fue ratificado por el rey de Portugal el 8 de septiembre de 1479 y por los Reyes Católicos en Toledo el 6 de marzo de 1480, por lo que también se le conoce como Tratado de Alcazovas-Toledo.

Cláusulas principales:

  • Poner fin a las hostilidades entre Castilla y Portugal, que habían aumentado durante la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479)
  • Alfonso V renuncia al trono de Castilla y los Reyes Católicos renuncian al trono portugués
  • Distribuir los territorios del Atlántico entre los dos países
    • Portugal mantiene el control sobre sus posesiones de Guinea, la Mina de Oro, Madeira, las Azores, Flores y Cabo Verde
    • Castilla tiene control sobre las islas Canarias
  • Reconocer que Portugal tiene la exclusividad de la conquista del Reino de Fez en África
  • Establecer el destino de la reina / princesa Juana en caso de abandonar el convento, que no tuvo que ser aplicado. Juana eligió la opción religiosa, tomando el hábito el 15 de noviembre de 1480. Aunque ella era activa en la vida política hasta su muerte, nunca abandonó el hábito
  • Formar un contrato de matrimonio entre Alfonso, heredero portugués, e Isabel, primogénita de los Reyes Católicos. Estos dos documentos son llamados las Tercerías de Moura
  • Perdonar a los castellanos juanistas

Las estipulaciones del tratado se aplicaron inmediatamente. En abril de 1480, el rey Alfonso V envió instrucciones para ahogar a los marineros de todos los barcos no portugueses que fueran interceptado en las aguas asignadas a Portugal. Mientras tanto los Reyes Católicos hicieron cumplir el Tratado a sus súbditos. Los con licencias del rey de Portugal pudieron seguir comerciando en Guinea sin problemas. Pero no todos las solicitaron, y a partir del año 1480 había un montón de expediciones ilegales y casos de piratería. De hecho en 1489 los Reyes estimaron necesario recordar la prohibición de entrar en las aguas y tierras de Portugal y de capturar barcos portugueses.

 

Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479 d.C)

En 1469, Enrique IV es rey de Castilla. Según historiador John Lynch, Enrique “veía intrigas aragonesas en cualquier rebelión de sus propios súbditos y favorecía una alianza con Portugal o Francia; también había que contar con los defensores de los derechos a la sucesión de la hija de Enrique IV, Juana, cuya legitimidad estaba en litigio, pero a quien el propio Enrique declaró su heredera” (7-8). Isabel y Fernando obtuvieron la legitimación del matrimonio, el trono de Castilla a la muerte de Enrique IV el año 1474, y la unión de las coronas de Castilla y Aragón cuando Fernando sucedió a su padre en 1479. Sólo permanecían fuera de la unión Navarra y Granada–la primera como satélite de Francia; la segunda como reino moro independiente. Sin embargo, la cuestión de Portugal no había sido resuelto. Portugal—cuyo monarca se había casado con Juana, defendía sus derechos y aspiraba incluso a apartar Castilla de los reinos levantinos de la Península, el resultado de lo cual fue la Guerra de Sucesión Castellana.

La crisis producida por la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474 alentó la formación de una coalición, cuyo líder fue Alfonso V de Portugal, y que con el apoyo de Luis XI de Francia, invadió Castilla desde Portugal. El resultado de la invasión fue un conflicto bélico de unos 5 años (1475-1479) durante los que los partidarios de Juana intentaron establecer que era Juana, y no Isabel, que tenía derecho al trono de Castilla. La guerra tuvo un carácter internacional a causa de los matrimonios estratégicos entre Isabel y Fernando (heredero de la Corona de Aragón) y Juana y el rey Alfonso V de Portugal. La intervención de Francia también complicó la situación.

A pesar de algunos éxitos iniciales para los partidarios de Juana, la escasa agresividad militar de Alfonso V y la derrota portuguesa en la batalla de Toro llevaron a la desintegración del bando juanista entre 1476 y 1477. Desde luego el conflicto consistió esencialmente en una guerra entre Castilla y Portugal, con un componente naval muy importante en el océano Atlántico, donde las flotas portuguesas prohibían acceso a los españoles a las riquezas de Guinea. Sin embargo, con la Batalla de Toro, todo cambió muy rápidamente. La batalla tuvo lugar en la zona alrededor de Zamora, España el 1 de marzo de 1476, entre las tropas de los Reyes Católicos por un lado y las de Alfonso V de Portugal por otro. La primera parte de la batalla terminó con victoria para Fernando; la segunda, con victoria del príncipe heredero Juan de Portugal, aunque esta victoria tuvo mayores consecuencias, y su padre Alfonso decidió retirarse, debido a una falta de apoyo.

Sin fuerzas, Portugal decidió rendir y la guerra concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcáçovas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y concedía a Portugal la hegemonía en el Atlántico, con la excepción de las islas Canarias. Juana perdió su derecho al trono y tuvo que permanecer en Portugal hasta su muerte.