El primer viaje de Colón y el tratado de Tordesillas (1492-1494 d.C)

El 3 de agosto de 1492, Colón se embarcó en su viaje a las Indias desde el puerto de Palos de la Frontera (Huelva) con las carabelas La Pinta y La Niña, y con la nao, Santa María. Hasta el 6 de septiembre estuvo en las islas Canarias, y el 25 de diciembre de 1492 las embarcaciones llegaron a la isla de Santo Domingo donde se hundió la Santa María. Sus restos fueron usados para construir el asentamiento La Navidad, el primer asentamiento español en América y ubicado en el país moderno de Haiti.

Las dos carabelas sobrevivientes, al mando de Colón, regresaron al puerto de Palos el 15 de marzo de 1493. El día 3 de abril de 1493, el Rey Fernando el Católico recibió a Colón en Barcelona para recibir el informe del viaje al oeste–a lo que Colón creía era la India (años después y después de la muerte de Colón, los europeos descubrirían que las tierras a las que había llegado no eran en realidad parte del Asia, sino de un continente desconocido).

Pero antes de reunir con Fernando, el 4 de marzo de 1493 Colón fue forzado ir a Lisboa por una tormenta en el Atlántico; desde Lisboa, tuvo ocasión de entrevistarse con Juan II de Portugal y informarle de sus descubrimientos. Inmediatamente el monarca portugués reclamó la pertenencia de las nuevas tierras alegando derechos derivados del tratado de Alcáçovas. Los Reyes Católicos, por su parte, negaron la reclamación, insistiendo en que la navegación se había dirigido siempre al oeste, y no al sur de Canarias.

Este descubrimiento español fue muy importante y, como los Reyes Católicos querían establecer comercio entre los nuevos territorios y España, nueva legislación fue necesario. Para evitar el riesgo de una guerra y para proteger los descubrimientos de Colón, la Corona Española propuso un compromiso que fue ratificado en Tordesillas (actualmente en la provincia de Valladolid) el 7 de junio de 1494 por Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón, y Juan II rey de Portugal. El tratado establecía un reparto de las zonas de conquista y anexión del Nuevo Mundo a través de una línea imaginaria y divisora que correría desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. La esencia del Tratado consistió en el establecimiento de una nueva línea de demarcación, con sus extremos en ambos polos geográficos, y que pasara a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. España tendría derecho a las tierras al oeste de la línea, mientras Portugal tendría derecho a las tierras al este de la línea. Actualmente la línea coincide con el meridiano situado a 46º 37’ longitud oeste, el meridiano que pasa prácticamente por la actual ciudad de São Paulo. Así la ubicación de la línea, que pasa por el extremo este de Brasil, permitía que Portugal conquistara a esa parte de Sudamérica cuando Pedro Álvares Cabral llegó a costas brasileñas en 1500 d.C.

El tratado también contemplaba la renuncia de Castilla a los derechos que tenía sobre el Reino de Fez, excepto la región que rodea a Melilla, y también la exclusión de barcos de pesca castellanos al sur del Cabo Bojador, etcétera.

En su Historia de España, Menéndez Pidal califica el Tratado de Tordesillas como el primer tratado moderno de la historia europea pues, por primera vez, al lado de los diplomáticos que llevaban las conversaciones había dos grupos de peritos (españoles y portugueses) que asesoraban técnicamente a los primeros.

“Que se haga y asigne por el dicho mar océano una raya o línea derecha de polo a polo, del polo Ártico al polo Antártico, que es de norte a sur, la cual raya o línea e señal se haya de dar e dé derecha, como dicho es, a trescientas setenta leguas de las islas de Cabo Verde para la parte de poniente, por grados o por otra manera, como mejor y más presto se pueda dar, de manera que no será más. Y que todo lo que hasta aquí tenga hallado y descubierto y de aquí adelante se hallase y descubriere por el dicho señor rey de Portugal y por sus navíos, así islas como tierra firme, desde la dicha raya arriba, dada en la forma susodicha, yendo por la dicha parte de levante, dentro de la dicha raya a la parte de levante, o de norte o sur de ella, tanto que no sea atravesando la dicha raya, que esto sea y quede y pertenezca al dicho señor rey de Portugal y a sus subcesores para siempre jamás. Y que todo lo otro, así islas como tierra firme, halladas y por hallar, descubiertas y por descubrir, que son o fueren halladas por los dichos señores rey y reina de Castilla y de Aragón, etc., y por sus navíos, desde la dicha raya, dada en la forma suso dicha, yendo por la dicha parte de poniente, después de pasada la dicha raya, para el poniente o al norte sur de ella, que todo sea y quede y pertenezca a los dichos señores rey y reina de Castilla y de León, etc., y a sus subcesores para siempre jamás”
Sobre todo, el tratado permitió la conquista subsiguiente de la mayoría de Centro y Sudamérica por los españoles; los portugueses, mientras tanto, solo tenían acceso a las tierras de Brasil y sus conquistas anteriores en África. La Monarquía Española extraería la riqueza de las tierras de América en los años siguiente para pagar los gastos enormes de la nación bajo Carlos I y Felipe II.
Vídeo sobre el Tratado de Tordesillas
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Tratado de Alcáçovas (1479 d.C.)

La Guerra de Sucesión Castellana concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcáçovas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y concedía a Portugal la autoridad en el Atlántico, con la excepción de las islas Canarias. Juana la Beltraneja perdió su derecho al trono y tuvo que quedarse en Portugal hasta su muerte. El Tratado de Alcáçovas fue firmado en Alcáçovas, Portugal el 4 de septiembre de 1479 por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Castilla y Aragón y por el rey Alfonso V de Portugal y su hijo Juan. El tratado fue ratificado por el rey de Portugal el 8 de septiembre de 1479 y por los Reyes Católicos en Toledo el 6 de marzo de 1480, por lo que también se le conoce como Tratado de Alcazovas-Toledo.

Cláusulas principales:

  • Poner fin a las hostilidades entre Castilla y Portugal, que habían aumentado durante la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479)
  • Alfonso V renuncia al trono de Castilla y los Reyes Católicos renuncian al trono portugués
  • Distribuir los territorios del Atlántico entre los dos países
    • Portugal mantiene el control sobre sus posesiones de Guinea, la Mina de Oro, Madeira, las Azores, Flores y Cabo Verde
    • Castilla tiene control sobre las islas Canarias
  • Reconocer que Portugal tiene la exclusividad de la conquista del Reino de Fez en África
  • Establecer el destino de la reina / princesa Juana en caso de abandonar el convento, que no tuvo que ser aplicado. Juana eligió la opción religiosa, tomando el hábito el 15 de noviembre de 1480. Aunque ella era activa en la vida política hasta su muerte, nunca abandonó el hábito
  • Formar un contrato de matrimonio entre Alfonso, heredero portugués, e Isabel, primogénita de los Reyes Católicos. Estos dos documentos son llamados las Tercerías de Moura
  • Perdonar a los castellanos juanistas

Las estipulaciones del tratado se aplicaron inmediatamente. En abril de 1480, el rey Alfonso V envió instrucciones para ahogar a los marineros de todos los barcos no portugueses que fueran interceptado en las aguas asignadas a Portugal. Mientras tanto los Reyes Católicos hicieron cumplir el Tratado a sus súbditos. Los con licencias del rey de Portugal pudieron seguir comerciando en Guinea sin problemas. Pero no todos las solicitaron, y a partir del año 1480 había un montón de expediciones ilegales y casos de piratería. De hecho en 1489 los Reyes estimaron necesario recordar la prohibición de entrar en las aguas y tierras de Portugal y de capturar barcos portugueses.

 

Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479 d.C)

En 1469, Enrique IV es rey de Castilla. Según historiador John Lynch, Enrique “veía intrigas aragonesas en cualquier rebelión de sus propios súbditos y favorecía una alianza con Portugal o Francia; también había que contar con los defensores de los derechos a la sucesión de la hija de Enrique IV, Juana, cuya legitimidad estaba en litigio, pero a quien el propio Enrique declaró su heredera” (7-8). Isabel y Fernando obtuvieron la legitimación del matrimonio, el trono de Castilla a la muerte de Enrique IV el año 1474, y la unión de las coronas de Castilla y Aragón cuando Fernando sucedió a su padre en 1479. Sólo permanecían fuera de la unión Navarra y Granada–la primera como satélite de Francia; la segunda como reino moro independiente. Sin embargo, la cuestión de Portugal no había sido resuelto. Portugal—cuyo monarca se había casado con Juana, defendía sus derechos y aspiraba incluso a apartar Castilla de los reinos levantinos de la Península, el resultado de lo cual fue la Guerra de Sucesión Castellana.

La crisis producida por la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474 alentó la formación de una coalición, cuyo líder fue Alfonso V de Portugal, y que con el apoyo de Luis XI de Francia, invadió Castilla desde Portugal. El resultado de la invasión fue un conflicto bélico de unos 5 años (1475-1479) durante los que los partidarios de Juana intentaron establecer que era Juana, y no Isabel, que tenía derecho al trono de Castilla. La guerra tuvo un carácter internacional a causa de los matrimonios estratégicos entre Isabel y Fernando (heredero de la Corona de Aragón) y Juana y el rey Alfonso V de Portugal. La intervención de Francia también complicó la situación.

A pesar de algunos éxitos iniciales para los partidarios de Juana, la escasa agresividad militar de Alfonso V y la derrota portuguesa en la batalla de Toro llevaron a la desintegración del bando juanista entre 1476 y 1477. Desde luego el conflicto consistió esencialmente en una guerra entre Castilla y Portugal, con un componente naval muy importante en el océano Atlántico, donde las flotas portuguesas prohibían acceso a los españoles a las riquezas de Guinea. Sin embargo, con la Batalla de Toro, todo cambió muy rápidamente. La batalla tuvo lugar en la zona alrededor de Zamora, España el 1 de marzo de 1476, entre las tropas de los Reyes Católicos por un lado y las de Alfonso V de Portugal por otro. La primera parte de la batalla terminó con victoria para Fernando; la segunda, con victoria del príncipe heredero Juan de Portugal, aunque esta victoria tuvo mayores consecuencias, y su padre Alfonso decidió retirarse, debido a una falta de apoyo.

Sin fuerzas, Portugal decidió rendir y la guerra concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcáçovas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y concedía a Portugal la hegemonía en el Atlántico, con la excepción de las islas Canarias. Juana perdió su derecho al trono y tuvo que permanecer en Portugal hasta su muerte.