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María Luisa de Orleans

María Luisa de Orleans

María Luisa de Orleans nació el 27 de marzo de 1662 y fue destinada a casarse con el último Austria Carlos II en contra de su voluntad ya que al parecer ella estaba enamorada del delfín Luis XIV, hermano de su padre. Finalmente, 31 de agosto de 1667 tuvo lugar por poderes la unión de estos dos esposos. Cuando ambos presenciaron su primer encuentro el monarca quedó prendado de su esposa, la cual no debió de sentir lo mismo ante un rey un tanto débil y de aspecto enfermizo, como explicábamos anteriormente al hablar de su madre Mariana de Austria. Esta reina al parecer trató de importunar el matrimonio llegando a acusar a su nuera de estéril.

Sin embargo, sus augurios no irían muy desencaminados, ya que a pesar de vislumbrar en numerosas ocasiones la posibilidad de un embarazo ante las irregularidades menstruales y la tendencia a engordar de la reina, lo cierto era que este matrimonio estuvo condicionado por la esterilidad. Aunque también hay que destacar que los hábitos de los esposos a intimar eran bastante escasos y complejos.

María Luisa, que era una mujer joven que pecaba de ser un tanto infantil e ingenua, llegó a confesar sus intimidades a otras personas y al cabo de un tiempo era conocida por mucha gente la noticia de que la reina era todavía virgen, pasando varios años hasta la consumación del matrimonio. Además de existir problemas en el acto sexual provocados por Carlos II, lo cierto es que esta situación se veía agravada por  María Luisa, quien tampoco se sentía muy atraída por su esposo sobre el cual llegó a profesar cierto tedio y aversión

Por su parte Carlos II “El Hechizado,” se basaba en sus numerosas supersticiones y manías para explicar su nula sucesión. Tener descendencia se convirtió para él en una auténtica obsesión llegando a encomendarse incluso a la brujería. Por otro lado, el pueblo comenzó a culpar a María Luisa de no querer tener una sucesión para el trono español llegando a acusarla de infidelidad. Lo cierto es que María Luisa mantuvo una actitud intachable a pesar de su malogrado matrimonio y su desesperación por ser madre.

Algunos escritos sobre los informes médicos de la reina pueden llegar a mostrar que se le suministraban elementos que podían influir en su estado de aparente esterilidad por parte de gente allegada a la política francesa en vistas a malograr un futuro heredero español. El sentimiento devoto de la reina aumentó, como era costumbre, ante la falta del “milagro” esperado y durante un tiempo llegó a vestir hábitos y a realizar peregrinaciones.

La reina murió el 12 de febrero de 1689 dándose como motivo un envenenamiento del que se presentan dudas ya que existen  varios informes sobre diferentes diagnósticos sobre si padecía o no una enfermedad o si realmente pudieron envenenarla para quitarse de encima a una reina que no ofrecía una continuidad a la corona.