Compositores
El papel social del músico del Renacimiento
Durante la Edad Media, la composición musical no era propiamente una profesión, sino más bien una actividad complementaria de algunos miembros activos de una gran iglesia o un monasterio.
Durante el Renacimiento, la creciente complejidad técnica de la polifonía, extendida ya por toda Europa y considerada un acompañamiento insustituible de las ceremonias religiosas y políticas desarrolladas en las catedrales y los palacios, exigía un cierto número de profesionales.
Obispos y príncipes deseaban contar con la presencia estable de músicos bien preparados y les pagaban generosamente. Así se crearon en grandes iglesias, catedrales y cortes las llamadas “capillas musicales”, formadas por un cierto número de cantores expertos presididos por el maestro de capilla, cargo reservado a los cantores con conocimiento de las nuevas técnicas y capaces de enseñarlas a los miembros más jóvenes del coro.
Pagados para hacer y enseñar músic, los mejores músicos se movían de una capilla a otra, atraídos por las ventajas económicas o por el atractivo de la experiencia artística que se les proponía.
Poco a poco, los compositores tomaron conciencia de su importancia profesional. Su técnica musical les permitía gozar de un gran prestigio, y surgieron las primeras figuras internacionales de la música.
Sin embargo, es muy poco problable que los compositores del Renacimiento se hubiesen considerado a sí mismos compositores en el sentido que hoy damos a ese término. No hay que olvidar que, aún durante varios siglos más, la música será solo compuesta para una ocasión determinada, y el profesional, el compositor artesano, componía siempre música “nueva” para cada ocación, sin esperanzas de perdurar.
Lutero y la música de la reforma
Martín Lutero (1483-1546) impulsó un nuevo tipo de música, en estrecha relación con su doctrina de la salvación por la fe y la relación directa del hombre con Dios.
Los reformadores defendían que la meditación del clero era innecesaria y que existía una especie de sacerdocio universal. Lutero concedía gran importancia a los actos comunitarios. Por eso ideó melodías, siempre en estrecha relación con el texto religioso, que pudieran ser cantadas por la comunidad.
Johannes Walter, amigo de Lutero, dijo que este, en el cántico Lo que le ocurrió a Isaías, hizo coincidir magistralmente las notas con la acentuación del texto.
A Lutero se debe la Misa alemana, en lengua vulgar, que consideraba apta para el pueblo, mientras que la misa en latín debía reservarse para los monasterios y abadías.
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Instrumentos musicales del Renacimiento
El instrumento preferido del Renacimiento fue el laúd, acompañante obligado de danzas y canciones, como lo es hoy el piano, para el que se publicaban toda clase de transcripciones o arreglos de músicas pensadas para otros instrumentos o conjuntos.
En España, sin embargo, el instrumento que más se tocaba era la vihuela, de origen aristocrático y que durante el s.XVI eclipsó a todos los demás, hasta que en el s.XVII fue sustituida por la guitarra.
Desde el s.XV hasta finales del XVIII, en que fueron sustituidos por el piano, reinaron en la música de salón los instrumentos de teclado, como el clavicordio y el clave; de este último, de mayor sonoridad, hubo muchas variantes; clavecín, clavicémbalo, virginal…
En el Renacimiento, la música para conjunto se ejecutaba con un grupo de instrumentos de timbre similar (flautas dulces, violas), pero tesitura diferente (el llamado consort).
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La danza en el Renacimiento
Durante el Renacimiento, las danzas populares se transformaron en bailes sociales en los castillos y palacios de la nobleza. Los cortesanos descubrieron el baile de parejas, y desarrollaron danzas con pasos estudiados y evoluciones preestablecidas que era necesario aprender para ser buen cortesano. Comenzó así una diferenciación entre danzas folclóricas, cantadas y bailadas por el pueblo, y danzas cortesanas o de salón, las que bailaba la aristocracia.
Durante esta época, fe la baja danza, de pasos breves y deslizantes, en la que los pies apenas se apartaban dels uelo, la más extendida. Durante el Renacimiento los maestros de baile fueron ya comunes; ellos establecían las reglas de cada baile, lo enseñaban y llevaban las nuevas danzas de una corte a otra, La imprenta favoreció enormemente la difusión no solo de la música, sino también de las danzas que la acompañaban. Danzas como la pavana y la gallarda, la alemanda, la gavota, la giga o el minué, todas ellas de gran tradición musical, se extendieron ampliamente por toda Europa, y fueron el origen de la suite instrumental barroca.
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