Una de mis diosas favoritas, protectora del mar Mediterráneo es la posidonia. Planta endémica del Mediterráneo, confundida como simple alga, protege nuestras costas de la erosión que el mar produce en las playas. Pero, si tan solo se quedara en esto ya nos merece la pena conservarla, si es que queremos seguir disfrutando de playas y explotándolas para generar riqueza a través del negocio turístico.
Pero nuestra diosa, heroína de cómic es mucho más que eso: florece por octubre; tiene tallo y raíces. Echa un vistazo a las fotos y convéncete de sus poderes. Su alto contenido en silicio la convierte en ignífga (otra vez una de super heroínas en acción). De su alto contenido en taninos podemos decir que le viene la capacidad de ser anti-putrescente.
Las praderas de posidonia, llamadas así por ser tales solo que en fondo marino, producen más xígeno que la selva virgen brasileña (magister dixit Alfonso Ramos Esplá, catedrático de Zoología marina de la Universidad de Alicante) y, lógicamente, incrementan la calidad del agua de baño. También se usaba antiguamente para relleno de colchones, por sus propiedades antifúngicas, o para curar heridas, por su característica de ser antifúngica; o como aislante en techos de casas, para cuyo relleno la planta era ideal.
Una advertencia: no confundir la posidonia oceánica con la cymodocea nodosa. Esta última es una hierba fanerógama marina y se distingue por mostrar un tono rojizo en su raíz. Echa un vistazo a la foto que te muestro aquí.
Estas son algunas de sus mágicas virtudes. Así que, la próxima vez que pasees por la playa y encuentres estos enormes bancos de posidonia oceánica, sáltalo, esquívalo, disfrútalo, pero agradece que estén ahí.