Del estudio del carbono en los árboles de África a la Teoría de la Relatividad General: ciencia inductiva versus ciencia deductiva para comprender el mundo
Para tratar de aclarar y diferenciar entre ciencia inductiva y ciencia deductiva nada mejor que poner dos ejemplos de noticias publicados, basados en investigaciones científicas.
Analía Iglesias escribe y publica hoy, 1 de marzo de 2023, en SINC el artículo De árbol en árbol se calcula la absorción de carbono en regiones africanas áridas. En él da cuenta de un estudio sobre mediciones de carbono que capturan los bosques. El método utilizado ha sido el mapeo satelital, de forma que, afirma, “se han podido inventariar casi 10.000 millones de árboles en una región semiárida de África subsahariana, lo que hace posible contar con estimaciones detalladas de la cantidad de carbono almacenado en ese ecosistema”. El resultado de todo este mapeo se ha volcado en una base de datos, donde se recoge la cantidad de carbono que capturan, de un lado, los bosques, y por otro, los ejemplares individuales en una zona semiárida de África subsahariana. Se trata, pues, de un ejemplo de ciencia inductiva. Destaca el artículo cómo este estudio, al proporcionar información inédita de datos precisos sobre los bosques y arbolado y sobre las reservas de carbono en zonas áridas, además de elaborar una base de datos tan específica como esta, es de suma utilidad para servir de base para la futura gestión de esas regiones. Incluso, la noticia señala cómo, de este modo, los investigadores locales pueden contribuir a la generación de conocimiento, apuntando claramente el carácter inductivo en el tipo de método científico usado: de lo micro a lo macro, de la suma de observaciones particulares a la generalización.
Prado Martín Moruno, doctora en Física y profesora en la UCM, el 13 de enero de 2023 respondía, en la sección de Materia de El País “Las científicas responden” a la pregunta ¿El tiempo avanza porque el universo se expande?: Sí, esto es así. Y me interesa este artículo explicativo porque introduce un concepto apasionante, el de la Teoría de la Relatividad General, formulada por Albert Einstein hace ya más de un siglo (1915) y que, a pesar del tiempo pasado desde su formulación, no solo se mantiene vigente (la ciencia no es capaz de reformularla o avanzar sobre ella), sino que se constata en sus postulados con cada uno de los experimentos que se van llevando a cabo. Algunos de estos son los que detallaba con acierto Daniel Mediavilla en el artículo Un siglo después, Einstein sigue aprobando exámenes, en la sección Materia de El País el 22 de diciembre de 2021. Que siete predicciones de la Teoría de la Relatividad General, una teoría que supera ya los 100 años de antigüedad, sean confirmadas en experimentos realizados, sobrecoge y emociona a partes iguales, y muestra también cómo la ciencia deductiva es capaz de corroborar lo que un científico, uno solo de ellos, pudo construir con la combinación certera de intuición, matemáticas y experimentos mentales. Predicciones como que el tiempo no pasa en todos los sitios a la misma velocidad (aquí podemos leer a Christophe Galfard y su ‛El universo en tu mano’ para contárnoslo con una emocionante aventura); o corroborar la existencia de las ondas gravitacionales, ondulaciones del tejido espacio-temporal provocadas por la fusión de agujeros negros o estrellas de neutrones, medición a la que se llegó en 2016 gracias al detector terrestre LIGO, son algunas de las comprobaciones que los científicos realizan en uno de los procesos deductivos más apasionantes en los que la ciencia anda inmersa. No hay visos de refutar, avanzar o modificar lo que este “mal estudiante” dejó escrito. Quizás sea mejor así. O no. En cualquier caso, como afirma Mario Bunge en ‛La ciencia. Su método y su filosofía’, “las explicaciones científicas no son finales, pero son perfectibles”. Eso será.