El Emirato de Granada o Reino Nazarí de Granada representa el último poder musulmán en la península ibérica. Tras la derrota de las Navas de Tolosa en 1212 la cohesión que habían impuesto las almohades se desvanece, dando comienzo una nueva etapa de taifas. Es en este momento cuando aparece la figura de Muhammed Ibn Nasr (el Alhamar de las crónicas cristianas) el cual logra reunir bajo su imperio pequeños territorios, como Baza, Guadix y Jaén. En un primer momento se declaró vasallo de Córdoba (1234) pero la caída de ésta en manos de Fernando III ((1236) le impulsaron a feudalizarse al rey castellano. Rendir vasallaje a los reyes castellanos le permitió una cierta autonomía, la cual utilizó para anexionarse nuevos territorios como Almería, la taifa de Málaga en 1238, y Granada en el mismo año ; si bien perdía Jaén en manos de los castellanos en el 1246.
La movilidad de las fronteras fue una constante durante todo el periodo de existencia del reino nazarita, alcanzando cierta estabilidad en el siglo XIV. Una larga frontera de 1.000 km. separaba, desde la muerte de Fernando III en 1252, el mundo musulmán de la cristiandad en la Europa occidental; y un sólo estado, Castilla.
Más adelante tendremos ocasión de profundizar algo más en las cuestiones fronterizas, que como veremos fueron de gran importancia en la gestación de un paisaje y un paisanaje particular, caldo de cultivo de nuevas formas culturales nacidas de la convivencia en unas ocasiones, en otras, fruto del choque violento.
Otro punto importante que analizaremos será el desequilibrio demográfico que provocó el avance cristiano y la presión sobre la población musulmana de las tierras conquistadas. Granada se convirtió en receptáculo de elementos de toda condición social, dando lugar a una importante superpoblación que tuvo su impacto en la organización del Estado.
Son muchas y complejas las condiciones que permitieron la supervivencia del reino de Granada en un entorno tan desfavorable. Evidentemente, rendir vasallaje a los monarcas castellanos fue de gran ayuda (esto incluía el pago de fuertes sumas). Por otra parte habría que añadir una intensa labor diplomacia, no exenta de traiciones y complicidades. Muchos historiadores coinciden en señalar a la profunda crisis que Europa sufrió en el siglo XIV (crisis demográfica, económica y política provocadas por las epidemias, la climatología y las guerras) como causa principal de tal supervivencia. Castilla tendría su versión en las guerras civiles, esto le impediría dirigir su mirada hacia el territorio musulmán, tal como lo había hecho el siglo precedente.
Granada contó con el apoyo de los benimerines del Norte de África mientras estos pudieron jugar su rol en la Península, antes de ser derrotados en 1344 en Algeciras y perder el control del estrecho de Gibraltar. Pero esta pérdida se convirtió en ganancia para Granada por la apertura del estrecho al tráfico naval entre el Mediterráneo y el Atlántico. Muchos de sus puertos se convierten ahora en escala necesaria de navíos mercantes, propiciando el intercambio comercial y la salida de los productos de la tierra, junto a las manufacturas de la artesanía nazarí.
El auge en lo económico se verá acompañado de una nueva explosión cultural, comparable en muchos aspectos con el esplendor del Califato de Córdoba. Es en este punto donde derrocharé más entusiasmo.
En 1482 Castilla inicia su definitiva campaña contra el Reino de Granada, es en este momento donde la literatura y la leyenda dan fama a los últimos sultanes de nazaríes. Un periodo turbulento de la política interna, donde distintos protagonistas reclaman la soberanía. Así Abú Abd Alá (Boabdil), Alí Muley Hacén y Muhamed XIII,que pondrán punto y final a un sueño que empezó en el año 713.