La Inquisición apareció en España en 1242 y su definitiva abolición se produjo en 1834. No obstante, nosotros nos centraremos en el periodo que nos interesa realmente, es decir, el de la Historia Moderna y su relación con los Reyes Católicos, Carlos I o Felipe II, pues en el ámbito de las relaciones Iglesia-Estado en el que pretendemos adentrarnos en este blog, la Inquisición será el mayor instrumento religioso que estará al servicio del Estado.
Así, en el año 1478, Sixto IV mediante la bula Exigit sincerae devotionis concede a los Reyes Católicos la potestad de poder elegir a dos o tres eclesiásticos, con más de 40 años de edad, de buena vida y titulados en teología o derecho, para desempeñar el oficio de inquisidores en las ciudades y diócesis de sus reinos. Esta bula es considerada como el documento que dio pie a la fundación de la Inquisición española. Dos años más tarde los Reyes Católicos nombraban a los dos primeros inquisidores de España, que se encargarían de “depurar” de herejes la ciudad de Sevilla: Juan de San Martín y Miguel Morillo. El objetivo de la Inquisición sería precisamente ese: la persecución de la herejía (generalmente se trataba de perseguir a los judíos) y la defensa de la pureza de religión. La Inquisición fue un instrumento de control social en manos de la monarquía y de los jueces eclesiásticos. Las primeras actuaciones inquisitoriales en Andalucía fueron duras y opresivas. De hecho, un extracto de una carta escrita por Sixto IV y dirigida a los Reyes Católicos, así lo evidencia:
Sin observar las prescripciones de derecho, encarcelaron injustamente a muchos, los sujetaron a duros tormentos, los declararon herejes sin suficientes fundamentos y despojaron de sus bienes a los que habían sido condenados a la última pena […] hasta tal punto que […] no pocos acudieron a la Santa Sede con el fin de escapar de tamaña opresión, haciendo protestas de que eran verdaderos cristianos.
[Carta de Sixto IV a los Reyes Católicos protestando por el excesivo celo de los inquisidores de Sevilla contra los conversos (enero de 1482)]
En 1483 el Santo Oficio establecería las instituciones y las estructuras administrativas que lo caracterizarían en los años venideros. El rango con el que fue creado fue de Consejo de Estado: el Consejo de la Suprema y General Inquisición con jurisdicción sobre todos los asuntos relacionados con la herejía. Los Reyes Católicos crearon también un nuevo cargo (que no existía en la Inquisición medieval): el de Inquisidor general, que presidía las reuniones de la Inquisición y que era la máxima figura de la misma. Era un cargo que nombraba la corona, así como también los seis cargos que formaban el propio Consejo de la Suprema y General Inquisición. Los inquisidores solían ser miembros destacados del clero secular, titulados universitarios que se estaban labrando una carrera en la Iglesia o el Estado.
Inquirir e proceder contra los infieles e malos cristianos e herejes, e contra cualesquier personas que falláredes estar maculadas de los dichos crímenes de infidelidad e herejía e apostasía en todos estos nuestros reynos e señoríos, e en cualesquier ciudades, villas e lugares.
[Los trabajos del inquisidor según documentos oficiales de 1480]
La Inquisición española y la corona estuvieron estrechamente aliadas pues la primera estaba subordinada a la segunda y en más de una ocasión se utilizó la autoridad inquisitorial de una forma extrema para fines políticos. De hecho, la Inquisición se caracterizaría por esa doble faceta (resultado de la estrecha alianza de la Iglesia y el Estado en España), es decir, la de fusionar la autoridad espiritual de la Iglesia con el poder temporal de la corona.
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