Por Claudio Navarro Paredes.
Como hemos visto anteriormente, la condición recurrente de capital dada a París en numerosos períodos temporales de la Edad Media propició su crecimiento progresivo.
Algunos de los elementos del periodo medieval pervivirán durante los siglos posteriores, confluyendo junto a las nuevas corrientes arquitectónicas que serán base del París moderno.
Cabe decir, como ya se ha comentado en la entrada “París, ciudad capital”, que la corte del rey se mantuvo itinerante y no fue hasta el siglo XVI cuando la residencia del rey no coincide en todos los aspectos con la capital del reino. Precisamente, en el caso francés, fue Francisco I el que traslada a París su corte a una ciudad que ya, en el año 1515 contaba con, aproximadamente,300.000 habitantes,siendo la ciudad más habitada de Europa Occidental en estos momentos. En este siglo, el desarrollo se presenta en París mediante un modelo equilibrado que da mayor importancia a la iniciativa privada, al mismo tiempo que se inicia la construcción de más ejes viarios, de puentes y la elaboración de una normativa de regularización de las áreas urbanas destinadas a actividades comerciales.
A principios del siglo XVII, la monarquía francesa está alcanzando su máxima consolidación y, a lo largo de este siglo, verá su mayor esplendor en época de Luis XIV. El culto al poder regio exigió la proyección de escenarios acordes con el esplendor de las ceremonias, lo que dio lugar a algunas ordenaciones urbanas visualmente espectaculares y, en definitiva, a una subordinación del espacio urbano en la búsqueda de la glorificación de la figura del soberano. Entre los grandes impulsores del urbanismo cabe destacar: en primer lugar, al rey Enrique IV y el superintendente Sully, en la primera mitad de siglo; en segundo lugar, al rey Luis XIV y a su ministro Colbert, ya hacia finales del siglo.
Ejemplos de este urbanismo serán las plazas de estatuas reales, tanto por la disposición de una estatua ecuestre del rey para la ordenación de la plaza, como por el objetivo de culto al poder. Además, decir que se enmarcan dentro del estilo clasicista, donde la simetría y la simplicidad de las líneas están de moda. Son las siguientes, junto a cada estatua ecuestre dedicada y a la fecha de finalización de su construcción:
Place Dauphine – Estatua de Enrique IV (1616)
Place Royale, rebautizada como Place des Vosges – Estatua de Luis XIII (1612)
Place des Victoires – Estatua de Luis XIV (1686)
Place Vendôme – Estatua de Luis XIV (1699)
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