La escultura en el Renacimiento y el Barroco francés.


La escultura en el Renacimiento  es uno de los símbolos que mejor refleja tanto los valores clásicos como el triunfo del humanismo entre los siglos XV y XVII en Francia. Las obras artísticas estarán influidas por la representación del mundo antiguo y su mitología, al igual que en la Antigua Grecia se busca el perfil naturalista del cuerpo humano al desnudo, todo ello acompañado de un estudio meticuloso de la anatomía. Durante esta etapa la escultura estará muy vinculada tanto a la arquitectura como a los monumentos sepulcrales, un ejemplo de ello es Juana de Borbón en el Louvre. Entre los artistas más destacados de este período encontramos a Jean Goujon o Germain Pilon.

Una idea similar es la que hereda el Barroco en Francia, las obras seguirán con un carácter mitológico y decorativo, la escultura perderá, durante esta etapa, influencia frente a la arquitectura y la pintura, lo cual no quiere decir que no haya importantes obras como estatuas ecuestres, alegorías o monumentos funerarios.  La escultura sigue una tendencia al clasicismo, similar al Renacimiento, la principal característica de esta etapa es el desarrollo del dramatismo, de la tensión y de la violencia en las figuras como veremos en algunos ejemplos. Entre los artistas más destacados están François Girardon o Pierre Puget, ambos trabajaron para la monarquía y fueron uno de los más influyentes en la escultura barroca en Francia.

París, la capital francesa, será la ciudad que más influencia artística acapare durante ambos períodos. La escultura, como hemos reflejado anteriormente, predominará tanto en fachadas arquitectónicas, como en zonas públicas, edificios religiosos o simple decoración palaciega, a continuación veremos algunos de los ejemplo más resaltados de estas etapas en la “Ciudad de la Luz”.


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