Errores

 

«…Comprendí que, cuando no tenía una respuesta, Guillermo imaginaba una multiplicidad de respuestas posibles, muy distintas unas de otras. Me quedé perplejo.

– Pero entonces -me atreví a comentar-, aún estáis lejos de la solución…

– Estoy muy cerca, pero no sé de cuál.

– ¿O sea que no tenéis una única respuesta para vuestras preguntas?

– Si la tuviera, Adso, enseñaría teología en París.

– ¿En París siempre tienen la respuesta verdadera?

– Nunca, pero están muy seguros de sus errores.

– ¿Y vos? -dije con infantil impertinencia-. ¿Nunca cometéis errores?

– A menudo -respondió- Pero en lugar de concebir uno solo, imagino muchos, para no convertirme en el esclavo de ninguno.

Umberto Eco, El nombre de la rosa, Lumen, 374.


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