«Los gritos de placer que Martina emitía llegaban hasta la calle. Los jilgueros y canarios colgados dentro de las jaulas en las ventanas callaron, un tendero de ultramarinos se preguntaba qué guerra había allí arriba y hubo un grupo de gente que se quedó en la acera dispuesto a aplaudir la grandeza y calidad de aquel orgasmo que fue súbito y sin que mediaran previas palabras de amor o de deseo.
– ¿Qué pasa ahí arriba?
– No es nada –contestó un peatón avezado-. Sólo es una mujer que está muy contenta estrenando el mundo.» (218)
Manuel Vicent, Son de mar.