«Era un haiku. Tres versos, escritos con un pincel grueso que hacía que pareciera un dibujo más que un texto. Unos trazos en negro tan delicados y expresivos como la sombra de una mariposa.
– ¿Tanto misterio para un poema?
– Mi madre dice que los haikus son algo más que poemas. Cada uno es una emoción que aparece y al instante se desvanece, como todo lo bello de la vida. Un parpadeo fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.» (24)
«…la poesía japonesa era calma y solemnidad, concentración en el momento, en el ahora, en cada movimiento por sutil que fuera, como la inclinación de una planta buscando el sol de la mañana.»
Andrés Pascual, El haiku de las palabras perdidas.