«No son las cosas mismas las que nos hacen felices o desgraciados, sino sólo la idea que tenemos de ellas, y las falsas certezas de las que nos jactamos. (…) No son las cosas ni los hechos reales los que marcan la diferencia entre nuestra felicidad o nuestra desgracia sino sólo las representaciones que nos propone nuestra vacilante conciencia. A cada momento nos revela hasta qué punto esas representaciones son mentirosas, engañosas. Nuestra felicidad no reposa sobre nada sólido. ¡Y cuán poco justificadas son a menudo nuestras quejas!» (362)
Vladimir Bartol, Alamut.