«…los especimenes masculinos de la raza humana han sufrido desde el origen de los tiempos una mutación anatómica de la que son conscientes con frecuencia, aunque no siempre. Los especimenes femeninos de la raza humana sospechan con frecuencia que esa mutación existe, pero no siempre quieren creerlo. Los especimenes masculinos y femeninos de la raza humana están condenados a entremezclarse según todas las posibilidades que la combinatoria permite, movidos por el fenómeno mutante, lo ignoren o no. Dicha mutación y las diferentes formas de apreciarla generan un número infinito de encuentros, malentendidos, batallas, sacrificios, ilusiones, expectativas, nacimientos, casualidades y crímenes. La mutación puede ser explicada desde distintos puntos de vista, aunque todos confluyen en una realidad semejante: existe una transferencia entre los órganos masculinos de la procreación y del juicio; los hombres padecen en los sesos una tumoración seminal permanente de carácter reservado; o. como dirían los antiguos, “la imaginativa y la germinativa andan revueltas en el cerebro de los cristianos”.» (112)
Carlos Marzal, Los reinos de la casualidad.