Religión y cultura.

Religión:

Al igual que pasa con el resto de Polonia, la religión de Cracovia durante la época conocida como el Barroco se caracteriza por ser una especie de paraíso para todas las religiones y creencias consideradas heréticas por el catolicismo. Encontramos una mayoría de católicos, seguidos por los ortodoxos, judíos, luteranos, calvinistas y anabaptistas, entre otros.

Centrándonos en las religiones mayoritarias, en el caso de los judíos, encontramos que antes del siglo XVI su situación era bastante difícil, marcada por la persecución que se dio a éstos en Cracovia en el siglo XIV, estimándose que murieron unos 10.000 judíos, pero esto no era nada comparado con las matanzas que se dieron en la Europa occidental, por lo que muchos judíos alemanes emigraron hasta Polonia.  A finales del siglo XIV, y comienzos del XV, se dieron  numerosas persecuciones hacia el pueblo judío, a pesar de que sus derechos hubiesen aumentado en 1338 bajo el reinado de Ladislao III. Esta situación se detuvo durante el reinado de Casimiro IV Jagellón, pero éste abolió los derechos de los judíos mediante el Estatuto de Nieszawa, pues los consideraba “contrarios al derecho divino y a las leyes del país”.

Con el reinado de Alejandro I, la situación cambió, pues Polonia pasó a ser un refugio de los judíos que eran expulsados de países como España, Austria, Bohemia y Alemania. Con el reinado de Segismundo I la situación de los judíos mejoró, pues el monarca les otorgó protección dentro de sus dominios, y su hijo Segismundo II les  permitió la creación de un órgano autónomo de la comunidad judía, el Kahal.

Encontramos numerosos testimonios de la presencia de los judíos en Cracovia, como es el caso de la sinagoga de Remuh, creada en el año 1557, llamada la nueva sinagoga, para diferenciarla de la anterior. Junto a esta sinagoga se erigió un cementerio que ha sido utilizado hasta comienzos del siglo XIX.

En cuanto a los protestantes, encontramos que en el siglo XV, a raíz de las guerras husitas y la presión del Vaticano, éstos ganan muchos seguidores en el territorio polaco, mientras que el catolicismo conservaba su posición dominante, la cual se consolidaría tras la Contrarreforma.

Cultura:

El barroco predominó en las ciudades polacas desde finales del siglo XVI, años en los que coexistió con el Renacimiento, hasta mediados del siglo XVIII. Al principio se gozaba de gran libertad, debido en gran medida a las disputas entre católicos y protestantes, pero con la Contrarreforma se implantó un canon inspirado en las tradiciones medievales, impulsando por lo tanto la censura en la educación, y un estilo más serio. A mediados del siglo XVII, con la doctrina católica restablecida, comenzaron a surgir corrientes que se basaban en los ejemplos orientales.

Con la crisis que hubo en el siglo XVI, y la aceptación de los términos de la Contrarreforma, los jesuitas comenzaron a fundar universidades, como la Universidad de Vilna, por lo que mucha gente decidía ir a estudiar al extranjero. Este predominio de los jesuitas produjo que la cultura polaca comenzase a estar marcada por sus esquemas. Pese a esto, tanto en poesía como en el teatro se desarrolló el barroco de una manera fluida. En cuanto a la poesía, encontramos poetas ilustres como Sebastian Grabowisck, el cual escribía poesía religiosa metafísica y mística, el cual representaba la corriente pasiva del quietismo (movimiento místico surgido en el siglo XVII en el seno de la Iglesia Católica, propuesta por el sacerdote Miguel de Molinos), o como Samuel Twardowski, el cual cultivó la poesía épica. La poesía urbana también tuvo importancia en este siglo XVII,  la cual criticaba el orden social y conservaba elementos renacimiento. Entre estos poetas encontramos a Juan de Kijany, el cual se caracteriza por su radicalismo social. Sin embargo, la poesía más destacada es la perteneciente al orador y predicador Piotr Skarga, caracterizado por criticar a la nobleza y al Estado.

En cuanto al teatro, encontramos que las funciones solían coincidir con celebraciones religiosas, y se solía emplear un lenguaje popular. Muchas de las escuelas católicas y protestantes contaban con teatros propios, y el monarca Vladislao IV estableció uno permanente en la corte en 1637, en el cual se representaba sobre todo operas italianas y obras de ballet.