Los Notables: Eduviges I de Anjou-Hungría, la Reina Santa (1374-1399).

Reina Eduviges I, cuadro de Bacciarelli

Perteneciente a la casa Anjou de Hungría, que gobernó Polonia y Hungría, llevándola a una etapa dorada desde el reinado del rey Casimiro III de Polonia, que falleció en 1370. Le sucedió su hijo, el rey Luis I el Grande de Hungría, padre de Eduviges. Su descendencia se componía de Eduviges y de María, sin hijos varones, pero logró que la nobleza aceptara a sus hijas como herederas al trono. Sin embargo, a su muerte en 1382 se dieron conflictos sucesorios, que no llegaron a triunfar y Eduviges obtuvo la corona de Polonia, y su hermana María I, la de Hungría, pero con menor dependencia que un rey varón, pues compartían el poder con sus maridos, nobles muy influyentes. En el caso de Eduviges, contrajo matrimonio con Jagellón, duque pagano de Lituania, que se convirtió al cristianismo (convirtiendo por tanto a Lituania a dicha religión también) para casarse y convertirse en rey, renombrado ahora como Vladislao II de Polonia.

A pesar de eso, la reina Eduviges I de Polonia prolongó esa edad dorada de Polonia hasta 1399, año en el que falleció semanas después de su segundo parto, debido a una mala recuperación. Por sus éxitos, espiritualidad y ayuda para convertir Lituania al cristianismo, la Iglesia cristiana le ha venerado desde su fallecimiento hasta hoy, llegando a ser beatificada (1986) y canonizada (1997) recientemente. Por tanto, fue una de las primeras mujeres en obtener el título de Reina por sucesión y no por matrimonio, y que a la vez ha sido nombrada Santa.

Los Notables: Jan Dlugosz, el historiador (1415-1480).

Retrato de Jan Duglosz, de dominio público

Comenzó su carrera estudiando artes liberales en Cracovia, y tras aprender los oficios humanistas, entró a formar parte de la corte del obispo de la ciudad. Destacó como clérigo, y rápidamente ascendió a ser la mano derecha del anterior mencionado, llamado Zbigniew Oleśnicki.

Tras la muerte del obispo, y por sus méritos, pasó a trabajar para el rey Casimiro IV, de la dinastía Jagellón, y se le encargó en 1467 ser el tutor de su hijo, el príncipe y futuro rey Juan I Alberto de Jagellón.

El legado más importante que nos deja es la obra Annales seu Cronicae Regni Poloniae, es decir, los Anales del Reino de Polonia, también presentada bajo el nombre de los Anales de Jan Dlugosz. En ella, narra y estudia la historia de Polonia desde su origen, llegando a hablar de mitos y leyendas, hasta 1418. En principio, dicha obra se dividió en 12 tomos, pero en 1700 aproximadamente se publicó de forma completa. Es, con esto, considerado el más grande historiador de Polonia.

Los Notables: Stańczyk, el bufón (1480-1560 aprox.):

Stanczyk, reflexionando, retratado por Jan Matejko.

Trabajó para la realeza de Polonia, para tres reyes diferentes, Alejandro I, Segismundo I el Viejo y Segismundo II Augusto, todos pertenecientes a la familia Jagellón. A simple vista, realizó la simple labor de bufón real para ellos, pero fue el mejor que hubo en Polonia, porque aparte de ofrecer entretenimiento, fue un gran consejero, estratega y filósofo y visionario político. Siempre desde el humor y la jocosidad, trató los temas que convenían a Polonia, para que sus contemporáneos los tuviesen siempre en cuenta, aportando sus ideas y soluciones.

Fue un personaje muy venerado por los artistas, escritores e historiadores polacos, retratado durante siglos como símbolo de la independencia de Polonia, de la picaresca, etc.

Los Notables: Juan II Casimiro de los Vasa, y el fin de la grandeza de Polonia (1609-1672).

Juan II Casimiro, de la dinastía Vasa

Hijo del rey sueco-polaco Segismundo III, de la dinastía Vasa. Ascendió al trono, heredado de su hermano Vladislao IV, y se convirtió en el rey de la Mancomunidad polaco-lituana. Tuvo que gobernar en un periodo de grandes dificultades, que terminaron obligándole a abdicar.

Esos problemas comenzaron con la guerra contra Suecia y Hungría, entre 1655 y 1660, de la que salió derrotado, perdiendo territorio polaco. Pudo recuperarlo gracias a la intervención de Austria y Brandemburgo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, y no pudo estabilizar de nuevo el país y el poder real. Además, a esto se sumaba una grave crisis interna en todos los ámbitos, que se hizo incontrolable, fallando todas las reformas establecidas. Esto supuso el fin de la época de grandeza de Polonia y Lituania, y llevó a un proceso continuo de decadencia. Ante tal situación, Juan II Casimiro abdicó.