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El espectáculo de la piratería: cine y teatro

Piratas de Penzance

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Este es un fragmento (solo la parte de una de las canciones) de la obra “Los Piratas de Penzance” representada por la compañía Dagoll Dagom en 1998. En concreto este video es de la representación en catalán.

Esta es una obra cómica en la que Federico, un aprendiz de pirata, al cumplir los 21 años obtiene su libertad, pues su contrato para con los piratas ha expirado. Federico, para sorpresa de todos decide que odia a los piratas y que dedicará su vida a perseguirlos.Cuando ya es libre, se enamorará de Marta, la hija de un gran mariscal.

Sin embargo, por una cómico capricho del destino, el mismo día que pretende acabar con los piratas definitivamente, se entará de que deberá continuar del lado de los piratas o de lo contrario, no cumpliría con su inquebrantable sentido del deber.

He tenido la oportunidad de ver esta obra (yo la he visto en castellano) y mi opinión es que es que vale mucho la pena. En esta producción de Dagoll Dagom, los momentos cómicos son contínuos, por lo que se asegura pasar un buen rato. A pesar de que esta obra se llevó a escena hace algo más de 10 años, la obra de Los Piratas de Penzance es una obra compuesta por Arthur Sullivan estrenada en Nueva York a finales del siglo XIX, por lo que estoy segura de que volverá a llevarse al teatro tarde o temprano. En conclusión: recomiendo esta obra si te apetece reir, entretenerte y pasar un buen rato. En cuanto al aspecto histórico no tengo nada que señalar pues no es una obra que pretenda una precisión histórica en ningún momento.

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Aventuras y leyendas

La vida a bordo

barco

La vida de un pirata no era fácil.

El pirata pasaba la mayor parte de su vida en la mar, sobre un barco, por ello, vamos a explicar brevemente en qué consistía esta dura vida marítima.

Comencemos pues nombrando los posibles “cargos” que existirían en un barco pirata: para empezar, obviamente tendríamos al capitán, quien daría las órdenes y a quien todos obedecen. Por supuesto tenía otras ventajas, como por ejemplo: en el reparto del botín, tenía preferencia.

El”segundo de a bordo sería el “quatermaster”, quien se encargaría de diversas funciones, desde la salvaguarda del botín al mantenimiento de la disciplina (aplicando diferentes tipos de castigos).

Otros cargos serían por ejemplo el “nostramo”, con experiencia en la navegación y a cuyo cargo estarían palos, velas, vergas y jarcias. El artillero, responsable del ciudado de los cañones, de la munición y de la vigilancia de la armería. Por último, pero no menos importante, el cirujano, responsable de esas patas de palo o garfios tan típicamente piratas.

El cocinero y marmitón cuidaba de la cocina y los ahumados, dieta que se alternaba con el abadejo y demás pescado fresco.

La parte que le tocaba al resto no era precisamente “pegarse la gran vida”, pues el trabajo a bordo era constante (tensando las drizas, apretando los estays, arreglando las lonas estropeadas, achicando el agua embarcada, reforzando los cabestrantes…). Por otra parte, el dormir en litera era un lujo solo accesible al capitán o a sus segundos, los demás se tumbaban sobre esteras o en cualquier rincón recogido y seco que pudieran encontrar.

Casi todos los piratas eran marinos que habían servido en barcos mercantes o en armadas reales y decidían convertirse en filibusteros al encontrarse de repente sin ocupación. El salto a la piratería se daba a veces por un motín o al ser capturado por piratas, en cuyas tripulaciones muchos se enrolaban voluntariamente y otros a la fuerza.

En una embarcación toda hecha de madera, arreglada y rejuntada con pez y alquitrán, existía a bordo un gran peligro: el fuego. Si el barco prendía, ya podían salir nadando bien lejos del lugar. Por esa razón, el fogón de la cocina se realizaba sobre piedras y se rodeaba con un enladrillado.

El barco pirata estaba continuamente a merced del oleaje y de la mar profunda, por ello, los riesgos del “mal del mar” no perdonaban ni al más experto marinero. De hecho, los desastres marítimos sufridos por las naves piratas fueron incontables.

La organización de la vida pirata se asentaba en un principio sobre bases democráticas (recordemos que por ejemplo el pirata Misson llegó a crear un estado pirata en el que los postulados de libertad, igualdad y fraternidad se hicieron efectivos medio siglo antes de la Revolución Francesa), sin embargo, la sensación de libertad que proporcionaba este tipo de vida no sujeto a ninguna ley (en principio), era propensa a degenerar en anarquía. Aunque la gran mayoría de veces, unos latigazos solucionaban el problema. El sistema de votación resolvía cualquier diferencia, la mayoría imponía su criterio (incluso tenían el poder para deponer al capitán pirata si, a su juicio, no reunía las condiciones requeridas). Este sistema se aplicaba incluso a ladrones, asesinos y delatores de sus propios compañeros. Aquellos que osaran desertar y denunciar a sus antiguos compañeros serían perseguidos sin piedad. A los soplones se les aplicaba el “marooning”, que consistía en abandonarlos en una isla desierta sin más provisión que una botella de agua, una de pólvora y un arma. A asesinos, delatores o ladrones (de su preciado botín) algunos piratas les imponían un castigo muy de moda en la época: cortarles la nariz y las orejas.

Una típica imagen que solemos tener de un pirata es con una botella de ron en la mano o bien cantando una canción sobre cualquier tipo de bebida alcocholica. Lo cierto es que el alcohol tenía una enorme importancia a bordo, y la falta de éste era causa de  motines y alteraciones. De hecho, el casi permanente estado de embriaguez de los piratas hacía que en ocasiones se vieran absolutamente incapaces de defenderse ante un ataque. Para demostrar la importancia del alcohol citaré un fragmento del diario de a bordo del capitán Teach (también conocido como Barbanegra):

“1718. El ron, agotado. La tripulación un poco sobria. Una maldita confusión entre nosotros. Síntomas de motín. Todo el mundo habla de separarse. Yo pongo toda mi urgencia en cazar botín. Por fin saqueamos un barco con un gran cargamento de licor; de este modo la tripulación ha entrado en calor; están borrachos; las cosas han vuelto otra vez a su cauce.”

Barco Pirata

Fuentes consultadas:
R. ABELLA. “Los Halcones del Mar. La gran aventura de la piratería.

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Presentación

PIRATAS

¡Hola bucanero!

Si te gusta la Historia y te apasiona la vida pirata, ¡este es tu lugar!

Como primera entrada y para realizar la mejor descripción de un pirata, utilizaré una de mis poesías favoritas. Con ella, Espronceda nos introducirá en este mundo de malhechores, criminales y marineros:

La canción del pirata.

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de “¡barco viene!”
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

José de Espronceda