Joanneta parece haber leído Cien años de soledad y emular aquella frase emblemática que resume muy bien la polémica semiótica: “El mundo era tan nuevo que para nombrar las cosas había que señalarlas con el dedo”. Eso mismo le sucede a ella, que el mundo es tan nuevo que lo quiere todo y todo lo señala. Cuando ya se ha hartado de la papilla, comienza su incansable ‘ah, ah’ y señala incansable hacia la cesta de las mandarinas. Nada más levantarte de la silla se produce ya la magia de su sonrisa y su alegría. ‘Ya tengo una mandarina’, parece decir. La magia se produce también en mí cuando día a día veo emerger en ella la comunicación y el lenguaje.