Cuando analizaba el orden de palabras para mi tesis doctoral, hablaba de cosas que sucedían ocasionalmente en la conversación coloquial y que algunos atribuían también al lenguaje infantil. Ahora Joanna hace algunas de estas cosas. Por ejemplo, los enunciados aparentemente desordenados (desde un punto de vista sintáctico) que se ordenan, sin embargo, desde un punto de vista informativo-pragmático. Joanna dice ‘caca↑ nene↑ no’, es decir, ‘la nena no ha hecho caca’, ordenando los contenidos por su importancia informativa y por el contexto de producción. Es obvio que lo más importante (o al menos lo más inmediato mentalmente) aparece al principio, como forma ecoica de lo dicho anteriormente (¿te has hecho caca?); después la referencia al sujeto (nene) y por último la información conclusiva valorizadora (no). Sigue, además, con la adquisición de los deícticos. Lo más interesante es que no sólo marcan palabras o cosas, sino ideas previamente expresadas. Por ejemplo, si le dices ¿nos vamos al balcón? Ella dice ‘ésta’ que equivale a algo parecido a: ‘esta idea me parece bien’. Lo más destacado en la fonética es la sistemática sustitución de las velares por las dentales. Por ejemplo: [k] por [t]. La palabra ‘carro’ pasa a ‘tato’ y ‘caca’ a ‘tata’.