La configuración de la nueva demarcación territorial

La demarcación territorial es un fenómeno que evidencia la configuración de un núcleo social individualizado físicamente en el espacio, con nombre propio y perfilado como un punto de referencia común. Además, responde a razones más variadas tales como la proximidad a vías de comunicación y al abastecimiento de agua, fertilidad del suelo y posibilidad de crecimiento. Este sería el caso de Almoradí.

De acuerdo al Llibre dels Repartiments de Oriola del siglo XIV, se llevaron a cabo varios repartimientos de tierra que obedecían a un criterio de repoblación durante la Edad Media. El primer repartimiento, en el cual aparece Almoradí, podemos apreciar una distribución de características señoriales que pretendía fortalecer una élite militar que garantizara la seguridad de los vecinos del territorio. Sin embargo, en el segundo repartimiento, Alfonso X adopta un criterio distinto al de Jaime I, dotando de lotes de tierra a pequeños y medianos propietarios con la intención de afianzar la autoridad real frente a los grandes señoríos. Concretamente en Almoradí se beneficiaron 200 pobladores. El siguiente repartimiento se caracterizó por ser complemento de los anteriores, además de servir para realizar el censo. Por último, destacaremos la quinta división, en la cual se otorgaron tierras de ínfima calidad.

Cuando Almoradí consiguió su independencia política, el territorio adscrito a este, incluiría además de las tierras asignadas en el repartimiento medieval, otras circunscripciones situadas más al sur, como la heredad de Algorfa y la parte septentrional del campo de Salinas.

Concretamente, el proceso de amojonamiento se llevó a cabo en 1586 bajo la autorización del Lugarteniente General y de la Real Audiencia de Valencia. Fue Felipe Juan Monterde, comisario real, quien junto a los expertos de Orihuela y Almoradí, delimitaron lo que sería el nuevo municipio. Englobó por tanto, tres espacios bien diferenciados: la zona septentrional, que incluía el llano aluvial del Segura. La parte central englobaba una zona elevada comprendida por Lomas de la Juliana, Cabezo de las Chinas y La Escotera. Y por último, la parte meridional, una zona de llanura que desciende hacia la antigua albufera de Orihuela y que configura el extenso campo del municipio.

Esta delimitación se mantuvo hasta la independencia de Algorfa a finales del siglo XVIII y de Montesinos ya en el siglo XIX. Este hecho, sobretodo el primero, supuso la ruptura territorial de Almoradí y su discontinuidad territorial. Debemos recordar que el fuero alfonsino se mantuvo casi 400 años, entre las cortes de 1329 y la derogación de los Fueros Valencianos en 1707. Sin embargo, posteriormente hubo un segundo periodo de vigencia por la Real Provisión de 1772 y hasta 1811. Esta reposición está relacionada con la política de colonización que llevaron a cabo los Borbones, ya que el viejo fuero contribuía al incremento demográfico y a la producción agrícola. Tal y como venía demostrando históricamente. En este contexto debemos situar la independencia de Algorfa y Montesinos.

Es por ello que la proliferación de señoríos alfonsinos en el Bajo Segura contribuyó a la repoblación y colonización del territorio. Actualmente, la estructura de propiedad de la tierra y el poblamiento de la comarca no se entiende sin tener en cuenta este proceso. A este precisamente se deben los asentamientos de Beneferri, Redován, Jacarilla, Benijóvar, Formentera, Granja de Rocamora, Bigastro, Algorfa y Daya Vieja, entre otros.

 


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