Moriscos: vida, conversión y expulsión de Aragón (V): situación en el Reino de Valencia

Los moriscos valencianos y de la Corona de Aragón vivieron con gran expectación la revuelta en Granada, la ven con simpatía y desean que triunfe. Muchos mensajeros moriscos granadinos entran en Valencia invitando a los moriscos valencianos a la revuelta. La inquietud de los cristianos viejos es cada vez mayor, cuando se descubre a Jerónimo Roldáns (morisco) en Valencia llevando una carta del rey de Argel invitando a los moriscos a la rebelión.

La situación del Reino de Valencia entre 1568 y 1571 fue de increíble temor, como dicen los documentos. Pero en 1571 un golpe de suerte tranquiliza el Mediterráneo: el triunfo en la Batalla de Lepanto contra los turcos por Don Juan de Austria. Lepanto tuvo una enorme repercusión en la cristiandad y en el mundo islámico, demostró que los turcos no eran invencibles. Pero no hay que exagerar sus efectos, es un triunfo muy importante, pero no acaba con el poderío turco en el Mediterráneo. Hizo que se replegasen más en la parte oriental, pero sólo eso, su potencial de rearme por su fuerza económica era grande.

Coincidiendo con Lepanto, la Inquisición decide ocuparse de la vigilancia de los moriscos en 1571. Antes de esta fecha, había zonas en las que no participaba la Inquisición, ya que las aljamas pagaban gran cantidad de dinero para que no interviniera allí, pero a partir de 1571 esa concordia acaba y la Inquisición empezará a actuar sobre los moriscos.

En Enero de 1575 se descubre a un protestante francés que ha atravesado la frontera, es detenido en Zaragoza, intentando llevar a cabo una conspiración uniendo a los moriscos del Reino de Aragón con los hugonotes, para realizar una invasión que resquebraje la unidad territorial del imperio de Felipe II. Esto no puede consentirse. Escritores y publicistas escriben cartas a la corona para que se tome una solución drástica contra los moriscos. El Doctor Hidalgo, clérigo catalán, escribe un memorial al rey donde expresa lo que piensa el sector más intransigente del reino. Ahora todos son partidarios de medidas drásticas contra los moriscos, tanto los nobles, como los clérigos, los intelectuales…

En 1582 tiene lugar la reunión de la Junta de Estado es Lisboa, anexionada en 1580, donde se plantea en secreto la posibilidad de expulsar a toda la población morisca del territorio peninsular; pero esto tardaría en llevarse a cabo, en 1609. A pesar de la tensión, las condiciones para esta actuación no eran idóneas; existían 3 obstáculos:

  • Político à en la década de 1580, España está involucrada en la guerra de los Países Bajos, Francia e Inglaterra, tres frentes importantes, y así las tropas españolas estaban ocupadas y no podían expulsar a los moriscos, ya que el gobierno pensaba que para ello necesitaba a los tercios.
  • La Iglesia española à algunos elementos muy carismáticos no estaban convencidos de la expulsión, entre ellos el arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, que aún tenía esperanzas de convertir a los moriscos, y pensaba que si se expulsaba a la población morisca, también marcharían los niños y se perderían almas para la cristiandad. Quería que los niños quedasen en España para ser educados por cristianos viejos. El problema era decidir a partir de que edad podían salir, que acabó siendo a partir de los 12 años. Se formó una junta para debatir el tema durante muchos años, llegando a defender que para quedarse debían ser menores de 7 años, ya que desde los 8 a los 11 ya estaban influenciados por la ley de Mahoma y podían oponer resistencia.
  • La monarquía española à no podía asestar un golpe tan duro a la nobleza catalana, valenciana y aragonesa, por ser los moriscos los pilares de la economía. Si expulsaban a los moriscos, las rentas de los nobles caerían.

Por todo esto, se retrasó la expulsión hasta 1609. En ese año, el obstáculo político casi había desaparecido totalmente, ya que:

  • 1598: paz con Francia
  • 1604: paz con Inglaterra
  • 1609: Tregua de los 12 años con los Países Bajos
Francisco DOMINGO MARQUÉS: El Beato Juan de Ribera en la expulsión de los moriscos, Óleo sobre lienzo; Museo de Bellas Artes de Valencia

Francisco DOMINGO MARQUÉS: El Beato Juan de Ribera en la expulsión de los moriscos, Óleo sobre lienzo; Museo de Bellas Artes de Valencia

Aunque el arzobispo Ribera estaba convencido de que los moriscos eran asimilables y, aunque los niños eran el único tema de debate, casi todos estaban a favor de la expulsión. El tema económico podía solventarse sin tantos traumatismos para la nobleza como se pensaba, porque a finales del siglo XVI gran parte de la nobleza valenciana se había arruinado o atravesaba momentos económicos complicados. Por ejemplo, el Conde del Real, señor de Elda y Petrer, estaba muy endeudado. El Conde de Guadalest, cuyas rentas de sus siervos estaban en manos de la Hacienda Real, entre otros casos. Esto ocurrió porque a lo largo del XVI, conforme había llegado el oro y la plata americana, los precios habían ido subiendo, mientras que la nobleza seguía recibiendo sus rentas en cantidades fijadas por contratos muy anteriores, lo que hacía que el importe de esas rentas resultaran insuficientes para el nivel de vida de la nobleza cuando los precios se habían disparado.

El Duque de Lerma, señor de la Marina Alta, se pensó que podía ser el momento para que una vez expulsados los moriscos, los señores valencianos pagaran rentas mínimas, pudiendo atraer a nuevos pobladores a las tierras dejadas por los moriscos, reactualizando las rentas, poniendo de nuevo a flote la economía. Se toma la decisión de expulsión sin advertir a los señores de esta posibilidad, que incluso podría unificar el dominio útil y el directo

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