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El inicio de la era dorada del baloncesto yugoslavo…y europeo

Grenoble (Francia) – 5 de abril de 1979. 

En abril de 1979 tuvo lugar el inicio de una era histórica para los amantes del baloncesto. Yugoslavia irrumpió con fuerza en el panorama baloncestístico europeo y mundial. Ese año el Bosna de Sarajevo conquistó el primer título europeo para su país y dos meses después la selección nacional se hizo con la medalla de bronce en la edición XXI del Campeonato Europeo de Baloncesto celebrado en Italia. El baloncesto yugoslavo había llegado para quedarse…hasta 1990.

Pero todo comenzó esa noche, la noche del 6 de abril de 1979…

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En una gran final, el Bosna de Sarajevo se impuso al Emerson de Varesse y consiguió el primer título europeo a nivel de clubs para el baloncesto yugoslavo. El Bosna se alzó con un justo y merecido triunfo apoyándose siempre en una extraordinaria y bien concebida defensa, que sólo superion superar los norteamericanos del Emerson, y en la sensacional actuación de Varajic y de Delibasic, autores de 71 de los 96 puntos conseguidos por su equipo. El Emerson, que también tuvo que apoyarse en el binomio Yelverton-Morse, no pudo con su rival, más homogéneo y maduro, pese a ser la primera vez que disputaba una final continental, frente a las once que disputaban los italianos consecutivamente. El conjunto yugoslavo, salió con ideas claras y bien conocedor de las bazas que tenía que jugarse para doblegar a su rival. Estas no eran otras que la ya mencionada. compacta defensa, apoyada sobre todo en el poder reboteador de Rodovanovic, y después, a la hora de atacar, utilizar sus sistemas disciplinados, pero flexibles, para que sus dos anotadores, Varajic y Delibasic, causaran auténticos estragos en el aro italiano.

El Emerson, una vez más, no supo estar a la altura de las circunstancias, y casi se podría decir que cometió los mismos errores que en Belgrado hace dos años frente al Maccabi en ocasión ésta en que también salió como favorito. Vistos los buenos resultados que había obtenido el equipo sin su pivot y gran figura, Meneghin, Rusconi se decidió por prescindir de él, sabedor, sin duda alguna, de que el equipo hace más juego de conjunto sin el gigante italiano. Sin embargo, al final, viendo que el equipo perdía los papeles, recurrió al ídolo de la afición italiana, que le coreó insistentemente, pero pese a sus diez puntos, lo cierto es que la presencia del gran Meneghin no hizo cambiar el ritmo del encuentro. Fue la única baza que le quedó al Emerson para cambiar el resultado.

Desde un principio fue fácil comprobar que el Bosna salió con humildad, pero con hechuras de gran equipo y con el sello innegable de la entidad que tiene hoy por hoy el baloncesto yugoslavo; un baloncesto simple, eficaz y sin vedetismos, ya que, pese a esos dos monstruos que ayer se pudieron ver en los ya citados anotadores yugoslavos, nunca hubo en éstos el más mínimo afán de protagonismo y ni siquiera juego individual por su parte. Sus porcentajes en los lanzamientos a canasta fueron realmente escalofriantes y sólo jugando en un equipo como el Bosna de ayer se puede romper la defensa de zonas en las que el Emerson confió, quizá excesivamente, aunque bien es verdad que cuando cambió a hombre a hombre lo único que pudo comprobar fue que su adversario, al menos ayer, siguió superior a él.  (El País. Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de abril de 1979)

Los triunfos de los equipos yugoslavos de baloncesto, colectivos multiculturales y multiétnicos,  compuestos por auténticos virtuosos del baloncesto que no dudaban en ponerse el mono de trabajo en aras del beneficio del conjunto, no dejaron de sumar títulos y laureles para el deporte yugoslavo hasta agosto de 1990 durante el XI Campeonato mundial de baloncesto jugado en Argentina en el que Yugoslavia resultó la vencedora del torneo, tras imponerse a la Unión Soviética en la final, en el que sería su último torneo como equipo. Un año más tarde todo estalló, pero esa es otra historia.

Fuentes y fotografias: El País, Solodeporte.com

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