Política interior

Las primeras elecciones municipales de la democracia española

Alicante (España) – 3 de abril de 1979.

El país respiraba nuevos aires de libertad: los exiliados volvían a casa, las mujeres reivindicaban la igualdad y el Ejército perdía protagonismo. La sociedad civil se organizaba, hambrienta de derechos.

Se viven en el año 79 momentos complejos y contradictorios, de esperanzas, por un lado, y de tensiones, por otro. Se percibe en España la ilusión por el cambio. Las ansiadas libertades por las que tanto se lucho ya son objeto de disfrute, la tan esperada democracia se está haciendo presente, la alegría de poder votar de nuevo se ha transfor­mado en una realidad gozosa. Sindicatos y partidos ya han sido legalizados. Se cuenta con una constitución que cristaliza una nueva forma de ordenar la convivencia. Están a punto de formarse los primeros ayuntamientos democráticos, desaparecidos durante la dictadura franquista. Todo eso constituye signos de esperanza. Pero, al mismo tiempo, en el reverso de la moneda, también se hacen patentes en ese año tensiones y dificultades. La crisis económica nacida en el 73 pero olvidada y manipulada adrede durante los últimos años del franquismo y de la transición democrá­tica comienza a alargar su sombra de recesión, paro e inflación, oscureciendo el nuevo amanecer de la incipiente democracia y dificultando la consolidación de la misma, de tal forma que ya en este 79 comienza a hacer su apa­rición en amplios sectores de la población española el fantasma del «desencanto político», que se manifiesta en un aumento de la abstención en las dos elecciones que hubo, generales y municipales.

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Por aquel entonces, las calles comenzaron a dibujar un paisaje desconocido, con miles de carteles de las más variadas formaciones políticas. La propaganda electoral asombraba a los españoles, que asistían atónitos ante tan desconocido despliegue de siglas y medios de propaganda. Todo esto que estaba sucediendo a nivel estatal tenía su reflejo en el ámbito local en forma igualmente parecida de esperanzas, ilusiones, aires de cambio, expectativas, pero también de tensiones, frustraciones y dificultades. Había llegado la democracia, pero se trataba de una realidad aún inmadura que había que mimar, cuidar y hacerla madurar, cosa que no fue nada fácil, ni siquiera en el ámbito local de un pueblo como éste. Las elecciones munici­pales y la constitución del primer ayuntamiento democrático desde la II República se esperaba que contribuyeran a tan noble tarea.

En Alicante, las primeras elecciones municipales se realizaron el 12 de abril de 1931, si bien el sufragio universal no llegaría hasta el 19 de noviembre de 1933. Con la interrupción de la democracia no volvería a haber elecciones municipales hasta 1979, y desde entonces y con una periodicidad de cuatro años, se han venido realizando en Alicante varios procesos electorales municipales para elegir a la corporación local. Jose Luis Lassaletta Cano fue el candidato a la alcaldía de Alicante por el PSOE en las primeras elecciones municipales tras la dictadura franquista. Con el 43.5 % de los votos, el PSOE era el partido más votado en la ciudad y Lassaletta iniciaba así su mandato, convirtiéndose en heredero de un Lorenzo Carbonell, que cuarenta años antes, había sido el último alcalde elegido por las urnas.

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Fuentes y fotografías: El País, Alicantevivo.org,

 

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