El final de la guerra de Granada supuso el traslado de la frontera con los musulmanes al litoral mediterráneo. La existencia de esta frontera ha sido puesta de manifiesto por diversos autores. Tras la conquista del emirato Nazarí, las tierras norteafricanas se contemplan como la zona natural de expansión por parte de los repobladores y por la propia Corona. A patir de 1492, el secretario Hernando de Zafra y otros consejeros reales van a trabajar tenazmente con el objeto de llevar la práctica esta política de expansión.
Junto a una indudable motivación ideológica, no se pueden olvidar las causas estratégicas y económicas que justifican esta política.
La defensa de las costas granadinas obligaba a asegurarse el dominio del mar de Alborán, con la instalación de bases militares en el norte de África.
La preocupación económica se encuentra en el inicio de la acción española sobre África. Así lo ponen de manifiesto las afirmaciones de Hernando de Zafra, quien aseguraba que desde Melilla era muy fácil conseguir el oro procedente del África subsahariana.
Para definir los posibles objetivos de la conquista, se organizarán, entre 1492 y 1495, diversas operaciones de reconocimiento sobre las costas magrebíes.
El primer resultado de estas acciones fue que varios notables musulmanes de la zona iniciaron negociaciones para entregar sus aldeas y ciudades a los españoles. Moros de Mazaquivir, Tihuente, Tabaharique, Melilla y Orán, dispuestos a entrar bajo la protección de la monarquía hispana. Este hecho pone de relieve el proceso de desintegración que sacudía el Norte de África en aquellos momentos.
Pero en 1495 los Reyes Católicos tienen centrados sus esfuerzos en otro escenario: Italia. Ello supuso el abandono del proyecto de conquista de Melilla.
Durante el período 1495-1505 no existe propiamente una política africana. La conquista de Melilla, en 1497, fue una empresa inspirada por el duque Medina Sidonia, aunque alentada y financiada posteriormente por la Corona.
El 17 de septiembre de 1497, la flota reunida por el duque desembarcaba en Melilla una fuerza compuesta por unos cinco mil hombres. La ciudad estaba destruida y prácticamente despoblada. Los musulmanesn habían desmantelado las defensas de la ciudad.
Tras esta conquista, se paralizan las acciones en el Norte de África. La guierra contra trucos y franceses absorbe por completo los esfuerzos de los monarcas españoles.