La región de Marruecos en el siglo XVI estaba dividida: en el norte se disponía el reino de Fez que sería ocupada por los otomanos en el año 1554, en el centro por el reino Watásida que pertenecía a una tribu de bereberes, al este se disponía la cuidad de Figuig y en el sur el Imanato de Sus.
Los reinos de Fez y de Marrakech estaban en esos momentos en decadencia dirigidos por señores feudales y en el sur, el territorio era dirigido por los denominados jerifes del sur, formado por una familia de padre y tres hijos que basan un dominio a partir de su poder en todas las órdenes y que buscan la forma de conseguir su popularidad mediante la idea de la guerra santa. La guerra santa, tiene como fin sobre todo, el eliminar el dominio de los portugueses que en esos momentos ocupaban muchos puntos de la costa.
Los jerifes consiguieron un gran desarrollo en la región del sur, especialmente en Tarudante, gracias a la explotación de las tierras que llegaron a urbanizar.
Por otra parte, el reino de Marruecos en general presentaba una gran inestabilidad política, motivada seguramente a la lucha entre la economía y la ideología. Los Xarifes de la Meca por una parte, inician su campaña en Agadir, en el año 1524 y mientras, los portugueses permanecen retirados en las fronteras de la península.
Uno de los motivos que influyeron en la inestabilidad política fue la situación interior del país. Marruecos estaba formado por reinos que a su vez eran independientes y originaba que éstos mantuvieran una situación débil e inestable.
La consecuencia del debilitamiento de estos reinados se debía a que los jeques actuaban con plena independencia e incluso muchas veces, llegaban a asaltar el poder. Además, se añadía otro problema el que los árabes del norte de África no respetaban la sucesión por primogenitura, lo que originaba que se provocaran luchas por el poder entre los mismos hermanos. A excepción de algunas dinastías como la de Uatasi y Sa’adita.
Por otra parte, el sultán Ahmad al-Mansur fue el primer sultán Saadi de Marruecos desde el año 1578 hasta su muerte en 1603. Destacó como figura importante en el norte de África en el siglo XVI y predispuso de un poderoso ejército junto a la utilización de importantes estrategias.
Al-Mansur, bajo las amenazas que sufrió de ocupar su territorio, dispuso de una política que a pesar de que a primera vista pareciera disponer la influencia otomana, tanto en el gobierno como en la milicia, realmente el sultán utilizó el sistema propio del estado musulmán de forma vigorosa. Su forma de gobierno era el utilizar la violencia cuando sus designios no eran cumplidos y a partir del siglo XVI, después de haber conseguido una relativa unidad, se propuso la idea de la expansión territorial.
La expansión se dirigió hacia Sudán, ocupación que le permitió conseguir una gran cantidad de oro y esclavos que transportaría a Marruecos. Además, se hizo con el control de las rutas de caravanas que unían la parte central de África y el norte del continente.
Gracias, a todo lo conseguido pudo embellecer la ciudad de Marrakech y la organizó de tal manera, que dividió el territorio según el dominio y los jefes de las tribus fueron vinculados con su gobierno. Estos jefes tribales sometían a la población rebelde mediante rentas que tenían que pagar.
El tiempo que duró el gobierno de Al-Mansar se puede considerar como una de las épocas en las que Marruecos consiguió la paz e incluso la estabilidad.