Mundos paralelos

Pocas cosas hay tan ciertas como que debe cuidarse en extremo a quien se odia y convierte en enemigo. Mas que nada, porque casi siempre terminas pareciéndote a lo que crees que el otro es. El odio moldea las decisiones, y con ellas el carácter, con más fuerza e intensidad que el amor. El odio es durable y fiable, prácticamente acompaña para toda la vida. Se deben pues elegir los odios con mucho cuidado, dado que no todo el mundo es digno del honor de ser odiado. Viene esta reflexión a cuento de lo que anda Casado contando.

Odia Casado a los independentistas catalanes por argumentar sobre Cataluña lo que argumenta él mismo sobre España. Con idéntica actitud de soberbia y maneras innegociables. Y en ese odiar va tomando forma y figura radical y empecinada. Ni siquiera se diferencian en los argumentos para odiarse, que son exactamente los mismos a diferente escala. En esa, Casado es cada vez más nacionalista con independencia de cualquier otra consideración.

Odia Casado a Sánchez hasta tal punto que mientras las va haciendo al otro se las va atribuyendo. Le acusa de incumplir la Constitución tergiversando él mismo la Constitución. Le atribuye una obsesión con la Moncloa (todo por permanecer) que es un tenue reflejo de todas las mentiras, falsedades y perversiones informativas que perpetra todas las horas del día para provocar elecciones e intentar llegar allí. Plantea la falta de peso internacional de España mientras pregona la desconfianza allí donde va: “Spain is a disaster”. El monstruo que ha imaginado Casado va tomando materialidad en su propio discurso y política. Nada hay en la figura imaginada de aquel a quien odia que no le retrate ya en sus propios actos.

Andan en todo caso sobreexcitados con las encuestas que les dicen gobernar con Vox por detrás. Si las elecciones fuesen ya que bonito sería y se estresan de tal forma, que en cualquier momento montan un referéndum como el del 1-0 para echar al presidente. O algo parecido, creo que le llaman recogidas de firmas.

Por cierto que la última puñalada en el Senado es interesante. El Senado es aquello en lo que lo han convertido: el “Sé nada”. Cuenta Maroto, empadronado en lugar ignoto, tanto a quien pueda interesar como al que no, que ellos ya han bajado el IVA a las peluquerías y centros estéticos. Anuncia la buena nueva de la llegada de la rebaja al comercio como si fuese la segunda bajada de Cristo a la tierra. El gobierno se opondrá (de cajón registrador) y los medios preguntan a los de las tijeras (ya emocionados con el recorte) que les parece que impidan la rebaja del PP. Toda una artimaña torticera (en sus dos acepciones). Como le guste la táctica la elevan a estrategia repartiendo ellos zanahorias virtuales en el “sé nada” y el gobierno el palo de negar lo que nunca fue.

Están los comentaristas emocionados con un descubrimiento. Que los conservadores de derechas son conservadores y se oponen al progreso social. Cuando llego la democracia se opusieron a ella (recordemos la añoranza de las leyes fundamentales del páter (ideológico) genitor (de la organización) de todos estos). Se opusieron al divorcio, la interrupción del embarazo, el matrimonio homosexual, los derechos LGTB+, ahora a la eutanasia y mañana a lo que venga. Lo curioso en todo esto es que se oponen, tiran el recurso y después esconden la mano que lo presentó. Rumian y rumian, más cuando ganan elecciones tocan lo mínimo (¿verdad Gallardón hijo?). Es decir, conservadores pero no tontos.

Cuento todo esto con cariño. No puedes odiar a la derecha en España por ser como son y querer parecer otra cosa hablando de los demás. Sobre todo cuando en ese querer parecer comparece su autentico parecer… Volviendo da capo, mi consejo es que odie lo menos posible. Solamente así podrá vivir la vida realmente a su manera y no como un reflejo distorsionado de todo lo que aborrece. Sin querer, hemos terminado platónicos en la cueva, que no en el amor.


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