Historia y contexto

Alicante desde su origen será una de las zonas especiales por su posición geoestrategica y defensiva de cerros, su puerto y un lugar donde se registran los primeros caminos a asentamientos humanos.

No sólo podemos ver primeros momentos y elementos de la Edad del bronce en Serra Grosa (II milenio a.C) si no que abarca un cumulo de civilizaciones, que pasan por la famosa cultura Ibérica del Tossal de Manises (que destaca por su ciudad fortificada) que abarca los siglos IV a.C hasta los Siglos III-IV d.C. Tras la cultura íbera podemos ver que tras la expansión romana por el Mediterráneo, se instala su cultura en nuestra ciudad, Alicante, llamada Lucemtum (Ciudad de la luz), que tras la caída de roma pasará a formar parte de la población musulmana que se instalo paulatinamente, hasta conseguir poblar con su cultura todo el territorio peninsular. Un gran ejemplo de esta cultura lo tenemos en el Benacantil, que presenta características similares con muchas otras culturas anteriores y es que gozan de grandes elementos defensivos y siendo Alicante en el punto central del comercio marítimo y su expansión al comercio mediterráneo.

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No sólo los musulmanes y romanos querrían la zona alicantina, si no que en 1244 se crea el Tratado de Almízra, uno de los tratados más importantes de la Edad Media en la historia de España, en concreto la historia levantina. este tratado pretendía fijar las fronteras entre Castilla y Aragón, donde Alicante pasó a formar parte del territorio castellano. Los musulmanes tuvieron el poder de esta ciudad hasta la entrada en 1247 de Alfonso X el Sabio, quien otorgó a la ciudad de la característica de “Vila Nova” y así diferenciar a la “Vila Vella” que perteneció al dominio musulmán.

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No obstante poco después en el año 1296, Jaime II separa y delimita como la Villa de alicante pertenece al Reino de Valencia, mientras que en 1490 Alicante ya gozaría del gran privilegio concedido por Fernando II el rango de Ciudad. Tras la expulsión morisca a diversos puntos como al Norte de África, Francia o Túnez, durante el siglo XVI la ciudad volverá a emerger teniendo un gran desarrollo demográfico y comercial gracias a la artesanía que se exportaba y a la agricultura local que dejaron los musulmanes tras su paso por la península. La ciudad se iba quedando pequeña para tanta población que emigro a esta y por tanto se ordeno crear dos arrabales extramuros como el marítimo de San Francisco y el Interior de San Antón. Mientras seguía su evolución y desarrollo demográfico y comercial, en los siglos XVII y XVIII, pasará algo que hará a Alicante más especial de lo que ya lo era. Será la transformación urbanística que sufrirá la ciudad, tanto con la transformación de su puerto para el comercio con América, creándose el consulado de mar y el consulado de Tierra, para fomento y leyes de navegación y agricultura.

En 1797 veremos un hito demográfico en la ciudad que alcanzaba un número de habitantes de alrededor 20.000. Por lo tanto en el siglo XIX se tuvo que volver a hacer transformaciones urbanísticas para albergar a la población y su total, y será el derribo de las murallas medievales que constreñía a la población y su vida, creación de un nuevo sistema de transporte como será la llegada del ferrocarril o los nuevos barrios que veremos, que ya no serán arrabales extramuros, si no, que pertenecerán a la misma ciudad.

Finalmente en el siglo XX veremos nuevas características con la masiva intensificación de actividades denominadas secundarias y terciarias, como sera el turismo (lo cual en la actualidad sigue siendo importante y es una de las principales fuentes de desarrollo urbanístico y sustento económico de la ciudad) y la consolidación de centro de servicios.

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